Encontré en Youtube, una plática del Dr. Karmelo Bizkarra: Los septenios de la biografía humana.
Según cuenta este médico, el desarrollo humano se divide en septenios, que a su vez forman tres grandes grupos:
- Desarrollo físico, de los 0 a los 21 años.
- Desarrollo anímico, de los 21 a los 42 años.
- Desarrollo espiritual, de los 42 a los 63 años.
Concluido el último periodo, la persona puede dedicar su energía a "dar" al mundo, a partir de lo que ha aprendido.
He resumido lo que más me ha interesado de las características del primer gran grupo:
Septenio de los 0 a los 7 años.- "El niño es un habitante de dos mundos, porque el niño no está aquí todavía. Un niño de tres meses, un niño de cinco meses, va entrando poco a poco [...] en su cuerpo". El niño necesita experimentar la bondad, a partir del cuidado que recibe; de este modo, "simpatizará con el mundo": se sentirá protegido y querido, y crecerá saludablemente. En sus primeros años, logrará tres conquistas: la del espacio, al conseguir estar erguido y caminar con las manos libres; la del lenguaje, al conseguir comunicare con la palabra; y la de las capacidades básicas del pensar. Hacia el tercer año de vida, termina su fusión con el mundo de la madre, y aparece la sensación de individualidad; el papel del padre es fundamental en este proceso. Esto no quiere decir que antes, el niño no tenga su propia forma de ser; cada cual nace con su propio temperamento, que ha de respetarse, igual que sus ritmos de alimentación y sueño.
Es especialmente importante saber, que si se empuja al niño de esta etapa, a aprender antes de tiempo, perderá vitalidad; por eso, si va a la escuela, debería ir a jugar. Lo que tenga que aprender, lo aprenderá por imitación, sin largas explicaciones, y sin que se pueda evitar que note las inconsistencias entre el pensar, el sentir y el hacer de sus modelos.
Septenio de los 7 a los 14 años.- Se trata de un periodo de maduración psicológica, que coincide con la etapa escolar del niño, en la que necesita experimentar la belleza: los ideales. No es de extrañar que la figura de mayor influencia sea el maestro: la autoridad que sabe. Se recomienda la lectura de las vidas de personajes que han ayudado a que el mundo sea mejor. Sin embargo, no debe perderse de vista que el niño, más ágil que nunca, necesita contacto con la naturaleza, sobre todo porque aprende con el ritmo, y la naturaleza le ofrece ciclos y estaciones. Por esto, es el tiempo ideal para el desarrollo de patrones de hábitos.
Más o menos a la mitad del septenio, alrededor de los 9-11 años, el niño vivirá una crisis cuando note que el mundo no es tan bueno ni tan bello como creía; ya no estará completamente protegido por los padres, y requerirá valor para enfrentarse al mundo.
Septenio de los 14 a los 21 años. Es la fase de la relación social y la búsqueda de complementariedad, incluido el aspecto sexual. El adolescente necesita experimentar la verdad, en cuanto a la consistencia entre el actuar, el sentir y el pensar. Su mayor influencia es el grupo de amigos, y "hará todo lo necesario, sano e insano, para sentirse integrado al grupo". Es el momento no solo de crear su individualidad, sino de creer en ella, para lo cual necesita oponerse a sus padres y resistirse a la autoridad.
Alrededor de los 18 años y medio, es común que el adolescente se pregunte para qué ha venido al mundo; a menudo, los conflictos que genera esta crisis desembocan en conductas peligrosas. Afortunadamente, muchos conflictos se solucionan solo con llegar a los 21 años, y vivir el "nacimiento del yo".