Septiembre. De nuevo. De viejo. Amanezco con un ritmo machacón de tres por cuatro metido en la cabeza, una melodía más propia del pleno verano que de estos días. Miro por la ventana y veo los charcos que ha dejado la lluvia durante la noche. Charcos de agua limpia en los que tal vez pudiera zambullirme y desaparecer como en aquella película que echaron un día en La 2. Casi quiere salir el sol e imagino que en la playa a esta hora alguien hace volar una cometa con forma de ballena. Alguien intenta engañar a alguien. Alguien miente o ilusiona, que muchas veces es lo mismo. Alguien cree o se deja llevar, que a veces también son cosas iguales. Tengo que comprar comida, detergente y pintura blanca para el techo de escayola del cuarto de baño… la humedad. Tengo que hacer varias llamadas. Presiento que se avecinan cambios. Cambios de verdad. Sean bienvenidos. Les estábamos esperando.