Está resultando un inicio de septiembre atípico en la ciudad. Cuando en casa decimos "fa setembre, setembreja", hablamos de un cambio de temperatura en el ambiente, sentimos una transparencia en el aire, vemos una luz que acompaña y recoge pero no quema, notamos y disfrutamos de una atmósfera que convierte a tu piel en algo agradable, suave, ligero. Me gusta septiembre: tiempo de cambios suaves, de luces amables, de vendimia, de exaltación y de renovación al mismo tiempo. El verano empieza a mudar su piel.
Descubrí hace tiempo el libro de Henri Brunel, El año zen, J.J. de Olañeta Editor, Palma, 2004, que releo por puro placer, a modo de dietario. Coincidimos por completo en nuestra percepción de este mes (p.137): "siempre me ha gustado el mes de septiembre. Las mañanas iluminadas por tiernos soles, con algo de cristal en el aire. Septiembre, esa primavera sin impaciencia. Los hijos de septiembre conocen la gracia del silencio y la lentitud de las estaciones".
Llevaba días dándole vueltas a este texto pero no encontraba la foto que recogiera mi estado de ánimo, que reflejara, además, cómo es el cielo y la luz de mi septiembre. Hasta que di con Carlos Pons, y respiré. ¡Por fin! Aquí está la textura de mi cielo, la amabilidad de la luz, el cristal en el aire. Quería saborear estos días (¡volverá el calor!) con un vino que me sugiriera, que me diera esa descripción en mis ojos, en mi piel, pero también en el paladar y en la nariz. Más vueltas (¡cómo me gusta "perder el tiempo" en estas cosas, siempre a solas, sin comentar nada a nadie!), hasta que di con una conclusión que me pareció feliz: un Riesling Kabinett.
Aunque alguno pueda pensar que un Kabinett está en la parte baja en la consideración de la clasificación de vinos alemanes, nada más lejos de la realidad. Esa clasificación habla de características técnicas, habla de niveles de azúcar y habla de selección de la uva. Pero la calidad, o la falta de ella, tanto se puede encontrar en un Kabinett como en un TBA. Precisamente el origen de la palabra, "gabinete cerrado", designaba el lugar donde se guardaban y protegían algunos de los mejores vinos de las uvas maduras cosechadas en septiembre. Uva madura, un poco de azúcar residual (sobre los 9 gr/L, aunque también hay Kabinett más secos), una fermentación detenida en los 8,5% de alcohol y uno de los mejores, si no el mejor, productor del Nahe adornan mi botella de presentación del septiembre.
Dönnhoff Oberhäuser Leistenberg Riesling Kabinett 2008 es mi vino. ¡Que nadie se asuste! No es tan complicado de encontrar y, en cambio, es muy sencillo y agradable de disfrutar: basta la percepción de que el septiembre climático que aquí describo ha llegado. Propusimos, mi santa y yo, unas verduras y unas patatas (últimos restos del desembarco tras Mallorca) en tumbet, unos tacos de atún a la pancha, sencillamente sellados y servidos con sal de cocó y aceite de Caimari. Y el riesling Kabinett de Dönnhoff. Sobre los 10ºC, limpio y fresco como ese aire que respirábamos y ese cielo que veíamos. Cálido en su color pero sin abrasar: amarillo discreto con vetas del limón en envero. Algo goloso y muy agradable. Tiene una gran acidez este 2008 y se bebe como agua con un punto, todavía, de aguja. Lima-limón. Caramelo ácido de hierbas medicinales con limón. Mentuccia. Ágil y con nervio. Brioso pero sin locuras. Madurará muy bien en botella, como este septiembre que pronto se nos convertirá en octubre.