Hoy parece un buen día para ir a la contra. Hoy que las elecciones catalanas han dado un cambio de rumbo al gobierno de la Generalitat y los catalanes le han dado la manija a los jugones de la derecha para liderar la salida de la crisis de la comunidad autónoma, es un buen día para explicar por qué no soy de derechas.
Es bastante evidente que con algunos de la derecha comparto algunas tesis económicas. CiU está adscrito al Grupo Liberal del parlamento Europeo. Me temo que no le hacen mucho honor.
Veamos que es lo que chirría. Como siempre el intervencionismo. La derecha, tiene la manía de imponer ciertas políticas, creencias y opciones éticas o morales, que son cuanto menos, discutibles.
Siempre me hago esta pregunta: si estas huestes de lo correcto hubieran nacido en otros lares, serían hoy, fundamentalistas islámicos, por ejemplo. No es de recibo la imposición de nada. Ni de las ideas políticas, ni las morales y religiosas. Si quiero ir al infierno, sin molestar a nadie por el camino, es asunto mio vivir en el pecado. La tradición está muy bien siempre que vaya con la libertad. Si no, tradicionalmente, no votarían las mujeres, por ejemplo. Hay que mirarlas de cuando en cuando, para ver su vigencia, las tradiciones, digo.
Hay una derecha rancia, esa que dice que no hay que legalizar las drogas o la prositutución, cuando esta es la única forma de poder controlar estas actividades y acabar con el tráfico de personas y sustancias. Está ahí y no contribuiye al debate. Esa derecha rancia se opone a los derechos civiles de homsexuales y otros colectivos. Qué mas dará que se junten, se casen o hagan lo que buenamente les plazca, siempre que no perjudique eso a la vida de los demás.Y lo que cada uno haga con su cuerpo, no perjudica a nadie.
La derecha, tiene la costumbre de intervenir en la vida de los demás, imponiendo un modelo, quizá tradicional, a veces religioso. Mi modelo es mio y de nadie más, y no coincide con el suyo, por eso no puedo ser de derechas.
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