Silvia, un Ser de luz que desde hace unos meses no se encuentra en este plano, fue una de mis primeras relaciones entabladas por afinidad en el mundo virtual. Silvia residía en México, país ecléctico y único en su esencia; comenzamos compartiendo puntos de vista, intercambiando premios y comentamos artículos que nos unían por temática y complicidad. Silvia había creado Ser un ser de luz, un espacio que era pura búsqueda, así como otro blog donde buscaba respuestas a preguntas que, quizás, a la fecha ha encontrado.
Silvia también era la autora de una novela, pura historia de amor donde rastreaba la razón de ser del sentimiento que la había unido a Danny, su compañero y destino, su comienzo y final. Se encontraron después de haberse reconocido, almas vagabundas en búsqueda de identidad, y volvieron a ser uno como en otros tiempos. Danny se fue hace un par de años y Silvia perdió nuevamente parte de sí misma, aquella que la contenía y complementaba.
Cuando Melba publicó en su espacio el dolor por la partida de Silvia, no pude asimilar el manotazo descomunal que implicaba: no era como Aceituno, el Fotonauta que compartió con nosotros su tránsito por la última etapa de la batalla anticipando el desenlace que se avecinaba, implacable. Silvia estaba ahí, habíamos imaginado su visita a esta tierra extrema y un recorrido juntas por los rincones ocultos de su país… pero ya no será, por menos en esta encarnación.
El otro día me desperté pensando en Silvia. Espero que se haya reencontrado con su amor y se encuentre feliz, pero sin que esta conclusión implique un condicionamiento para su espíritu siento necesidad de plasmarla: te extraño, Silvia. Hasta pronto.
La fotografía corresponde al gravatar de Ser de luz.
Aquelarre estival
Pero la noche de Reyes, elegida para la celebración del primer aquelarre del año y también para despedir a Marcela, próxima a partir al Uritorco como cada año a fin de impregnarse de la energía atávica impregnada en estas tierras, fue una excepción y la naturaleza nos obsequió un día intenso y soleado con una noche fresca y plácida, ideal para la celebración que se encontraba pautada.
Así disfrutamos el despliegue de manjares preparados afectuosamente por la anfitriona y brindamos por la partida y el regreso, esta vez acompañadas por Caro, de visita en casa de Marcela antes de su próxima partida a la India. Y una vez más la noche transcurrió entre risas y anécdotas y hasta los Reyes Magos, encarnados en Marcela y Adri, estuvieron presentes en la primera reunión oracular anual.
Estelas mexicanas
La artesanía que los maestros loceros llevan a cabo con esmero y dedicación, empleando las técnicas que se remontan a sus antecesores españoles de Talavera de la Reina, cuenta con la complicidad de la naturaleza: las tierras mexicanas son pródigas en arcillas de calidad excepcional, que permiten tallar piezas de acabado inigualable.
Recuerdo nítida la estadía en el hotel Zócalo Central y las maravillosas cerámicas que engalanaban nuestro cuarto: ante la imposibilidad de trasladar a mi hogar las piezas soñadas, tomé fotografías de las mismas para enmarcar los productos que estaba testeando. Así fue como Coconut Nourishing Dry Oil y Satsuma Exfoliating Body Polish, ambos de The Body Shop, fueron engalanados por la pieza poblana.