Revista Literatura

Ser o no ser escritor, el dilema de algunos

Publicado el 31 enero 2013 por Blancamiosi
Acabo de leer unos artículos en varios blogs: el de Marta Querol, el de Teo Palacios y el de Concha Perea, todos ellos contertulios de Facebook y por lo tanto amigos de la que escribe aquí ahora. Y cuando digo amigos no me refiero a la simple amistad de esa que se refleja en las cifras de seguidores. Me estoy refiriendo a personas que he tenido el gusto de tratar y hasta de ver en pantalla a través de ese maravilloso invento llamado Internet.  A Teo lo conozco de cuando él aún no había publicado su primer libro y a Marta desde que publicó su inmortal obra "El final del ave Fénix". A concha Perea solo la vi una vez a través de la pantalla pero sé que es Licenciada en Humanidades y Doctora en creación literaria. Realiza informes de lectura y es escritora. 

Estos tres amigos se referían en sus respectivos blogs a la falta de delicadeza que existe en las redes sociales cuando se trata de agredir a una persona.  No sé si haya sido porque el domingo 27 fui objeto en dos oportunidades de ataques en mi biografía en Facebook de parte de dos participantes, (no sé si ambos escritores)  aunque al parecer uno de ellos lo es.  ¿Quienes son? Gente mal llamada "amiga" de Facebook. He visto sus anuncios regados en ese portal por todos los muros o grupos, pero nunca me he detenido a leer de qué tratan porque simplemente no me interesa, y cuando a uno no le interesa algo pasa de largo. Al menos así soy yo. Hay otros, sin embargo, que no pueden soportar el anonimato, o el pasar inadvertidos y entran en los hilos y las noticias que uno publica sin otro motivo que el de generar malestar, por decir lo más suave que me viene a la mente.

Comprendo por lo que dicen Teo y Concha que un escritor debe dedicarse a escribir. Y es lo que hago. Tal vez la gente piense que me la paso metida en la red. Sería imposible, pues trabajo y escribo.  De otra manera no podría tener siete novelas publicadas. ¿Y saben a qué hora me levanto? a las 5:00am todos los días. La razón es muy sencilla. El horario de Venezuela con el de España se diferencia en seis horas y media, de manera que cuando aquí amanece allá es mediodía. Debo empezar a conectarme muy temprano para entrar en Twitter y hacer publicidad a mis novelas.  Luego de hora y media salgo a trabajar y no me ven durante el resto de la tarde hasta entrada la noche en España,  cuando aquí son apenas las 3 de la tarde, que es cuando me dedico a la publicidad de mis novelas que se publican en este lado del mundo. 

Por las noches escribo. Y lo hago todas las noches. Pronto tendré mi próxima novela terminada y, como siempre que escribo la siguiente, siento terror escénico, pues debo superarme cada vez.

Quizá no sea una gran escritora, ni siquiera una mediocre escritora. Pero mis libros se venden, gustan, y no lo digo solo porque los lectores de Amazon lo dicen en sus comentarios que están a la vista de todo el mundo, sino porque he pasado por la criba editorial cuatro veces con mis novelas La búsqueda, El legado, El manuscrito y La última portada con editoriales como Roca, Viceversa y Ediciones B.  También pasé la criba de una de las agencias más importantes y todas mis novelas se publicaron con rapidez asombrosa. Y cuando hablo en este blog de la dificultad que ofrece la publicación editorial, es porque la gran mayoría de escritores no ha logrado publicar por ellas, y los aliento a no esperar años como muchas veces sucede, les digo que prueben subir su novela a Amazon para salir de dudas, si es buena, la gente la leerá, y si no, al menos sabrán el motivo de no haber obtenido respuesta editorial. 

Si estoy en Amazon es por elección, no por desesperación. Diría más por curiosidad y no porque haya sido de los escritores que no lograron una respuesta editorial o soportaron una larga espera de alguna agencia. 

Pero soy de las que está acostumbrada a hacer las cosas bien. No a quedarme en la mitad. Hago que las cosas sucedan, no espero a que pasen. Por lo tanto, una vez que publiqué en Amazon decidí que no me conformaría con que mis novelas ocuparan un espacio en la nube, sino que deberían leerse, pues eso es lo que desea todo el que escribe. Y como dice Concha Perea, creo que soy de los que raramente se llaman escritores, porque me parece que esa palabra me queda grande, tanto, que ni en mis tarjetas personales la utilizo. Simplemente soy Blanca Miosi. Y mi mayor deseo era llegar a esa masa desconocida de lectores que a través de la nube descargaría mis novelas y lloraría, reiría y sentiría de lo que doté a los personajes y empapé a mis historias: humanidad. 

Para llegar a ellos tenía que aprender, y me di a la tarea de entrar a Internet e ilustrarme acerca de cuál era la mejor manera de vender.  Comprendí que debía hacerme conocida, logré finalmente escalar las tan ansiadas listas y colocarme en el primer lugar durante un año y va para más. ¿Otros escritores lo lograron sin tanto esfuerzo? Obviamente sí. Pero yo no me considero una gran escritora, como dije al principio tal vez solo sea una escritora mediocre. De manera que vender mucho no significa necesariamente que sea una excelente literata, solo que sé moverme bien en las redes. En algún momento empezaré a bajar, pues todo lo que sube baja. Hay otros escritores talentosos pisándome los talones, y yo estaré feliz de darles  paso, pues bien merecido lo tienen. Además tanto tiempo arriba aunque no lo crean, es un poco estresante.

Sin embargo el día sábado 26, en la última reunión de escritores, algunos miembros del Círculo de Escritores de Venezuela, en la que se encontraban personalidades tan importantes en el mundo literario venezolano como Lidia Salas, una critico literaria colombiana amiga personal de Gabriel García Márquez y familia, y de otros de su talla; de Krina Ber, de origen polaco y extraordinaria ganadora de premios literarios; de Heberto Romero Contin, otro coleccionista de premios literarios y profesor de la fundación Aprende a Escribir un Cuento, (FAEC) además de gran empresario de este país, mi presencia parecía lo suficientemente importante como para por un momento ser el centro de la atención.  Todos deseaban saber cómo podían hacer para subir sus libros a Amazon y lograr las ventas que yo tenía.

Les expliqué con detalle qué tenían que hacer, lo mismo que tantas veces he expuesto en este blog. Después de escuchar atentamente, la pregunta fue: "¿Y qué sucede si por más publicidad y promoción que hagas la novela no se vende? porque también visito Twitter y veo que no todos los que promocionan están en las listas."

"La novela tiene que ser buena", dijo Lidia Salas. "Y tus novelas lo son, he leído cuatro y las cuatro me han parecido de las mejores que he leído, y mira que he leído mucho".  

Eso es todo, queridos amigos. No soy yo quien lo dijo ni lo dice. Son los lectores, son otros quienes así lo afirman. Yo lo único que hago es promocionarlas indicando en unos cuantos caracteres de qué tratan y dónde comprarlas. Solo eso. No digo que soy la mejor, ni pido que las compren, ni mucho menos pepeno* ventas. Y en Facebook eventualmente publico en qué puesto me encuentro en la lista. Y como es el primer lugar, es lo que tengo que decir. Ni modo que lo trate de ocultar.  Estoy segura de que si a alguno de ustedes les sucediera,  haría lo mismo. Si la editorial publica una segunda edición lo dirían, si la novela se vende, lo harían saber y yo sería la primera en darle publicidad al hecho, porque es como debe ser. Alegrarse por los amigos, disfrutar de sus logros, compartir su felicidad. 

Y ahora dejo de escribir esta entrada porque debo seguir con mi novela, que con seguridad tendrá que ser mejor que "El manuscrito I".  "El manuscrito II El coleccionista".

¡Hasta la próxima, amigos!


*Pepenar: 1.tr. Am. Cen. y Méx. Recoger del suelo, rebuscar.

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