Una compañera de trabajo me ha confesado que tiene dudas.
Primero me presentó a una amiga. Cuando me vio, se le iluminó la cara. “Esta es Encantada… Ya sabes… Encantaaada”. “Sí, yo soy la famosa Encantada”, contesté, intuyendo que sólo existía un motivo para ser tan famosa.
Después me lo explicó. “¿Te acuerdas de la amiga que te presenté el otro día?”. “¡Cómo olvidarlo!”, pensé. “Pues es que también entiende”. “¡No me digas!”, no podía ni imaginar que el asunto fuera sobre ese tema. “Y como lo acaba de dejar con su pareja, me pareció buena idea que conociera gente nueva”. “Ajá”, pero yo ya tengo. “Por eso te la presenté a ti… y a L”. En ese momento comprendí, ¡aleluya!, que yo no debía de ser la única lesbiana de mi trabajo, que había otra más, y que esa otra era L. “¡Al fin mi radar lésbico ha funcionado!”, exclamé, porque a L ya me la había olido yo, pero eso lo cuento otro día.
A continuación, empezó a decirme cosas raras e incongruentes. “A mí es que L me encanta para mi amiga”. “A mí es que L me encanta”. “L me encanta”. “La verdad que…”. “Bueno, mejor no te lo cuento”. “¿Te lo cuento?”. “No, no, mejor no”.
Al final me lo contó. “¿Te acuerdas de eso que no te conté el otro día?”. “¡Cómo olvidarlo!”, una vez más. “Pues mira, es que yo creo que L me gusta. Que me gusta a mí, vamos, no para mi amiga. De hecho, cuando le hablé de ella a mi amiga, me dijo que me dejaba el camino libre. ¿Seré…?”. “No serás la primera ni la última, de eso no tengas ninguna duda”, le aseguré.
Y hoy lo remató. “Si es que los hombres no se me dan bien. Si es que los hombres son lo peor. Si ya te lo digo yo, queee…”, miradita cómplice, expresión de haberlo pensado todo el fin de semana, emoción contenida y ganas de reírse locamente.
En realidad, todas sabemos que muchas hetero pasan por fases lésbicas. E incluso lo prueban. E incluso les gusta, y siguen siendo heteros. Lo que a mí me mosquea de mi compañera son pequeños tics que he ido aprendiendo a detectar porque a mí también me ocurrieron:
Tic número 1. “Si es que hasta he tonteado con ella. He tonteado igual que lo haría con un tío”. Cuando yo me sentía confusa sobre lo que podía pasarme con la chica que después sería mi novia, siempre me decía lo mismo: “Es igual que con un tío”.
Tic número 2. “Hay que ver, ¿eh? Yo que siempre he sido una defensora de los homosexuales, y ahora que me lo planteo en mí misma… ¡uf! Me resulta muy difícil de asumir”. Efectivamente, yo también era de las que acudía a la manifestación del Orgullo por solidaridad y defendía sus derechos siempre que podía, y después tuve que hacer un año de terapia porque oh-no-madremía-soylesbiana.
Tic número 3. “Pues cuando quieras salimos por Chueca”. “Ay, no, no, no… Digo, sí, sí, sí… Que no, mujer, jajaja… Que sí, que sí, jeje…”. También conocido como “pavo lésbico”, “miedo escénico” o “pero que a mí sólo me gusta una (y no quiero descubrir que me gustan más)”.
En fin, tendremos que esperar para ver cómo evoluciona el asunto.
(Y no, señores, a las lesbianas no nos regalan descuentos en el supermercado por ir convirtiendo a otras mujeres, simplemente pretendemos allanar el camino a las que empiezan porque sabemos todo lo que eso implica, y si en realidad es sólo una falsa alarma, estupendamente: también nosotras tenemos confusiones momentáneas en las que creemos que podría llegar a gustarnos algún hombre, y al final todo se queda en un buen susto).
Feliz Orgullo.
Encantada.
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¿Seré...?
Publicado el 28 junio 2010 por EncantadaTambién podría interesarte :