Sería feliz si no hubiera teléfonos

Pocas cosas son tan molestas para el que esto escribe como el timbre de un teléfono, hoy en día utilizarlo es la máxima de las interrupciones, es algo que distrae bastante y a la vez tan ineficiente que sería feliz si se eliminara de nuestras vidas privadas, dejarlo solo para atender necesidades de nuestros clientes.

La única forma que tolero el teléfono es cuando he acordado con la otra persona la llamada, de lo contrario escuchar el timbre me pone de malas, y también me pone de mal humor que los demás no respeten y utilicen sus celulares con el máximo volumen de timbrado, como si desconocieran que pueden poner su aparato en forma que vibre, de esta manera el portador es el único que se entera cuando alguien le busca por ese medio.

Así como detesto utilizar el teléfono me pasa lo contrario con el correo electrónico, lo considero tan eficiente, podemos pensar lo que vamos a escribir y el destinatario lo podrá leer cuando pueda y contestará cuando sea necesario o cuando le venga en gana.

Algunas veces he señalado que la semana tiene un momento mágico para mi, y es desde la tarde-noche del sábado hasta el domingo a media mañana, antes de que la luz del día sea molesta debido a su intensidad, y escuchar el sonido de un teléfono en ese período sagrado es lo peor, muchas veces he optado por desconectar el teléfono de casa y si pudiera solo tener el servicio de internet y no la línea de teléfono como me agradaría, pero de momento no se puede, o si se puede pero tendría que comprar al menos tres tarjetas de banda ancha vía celular y dejar de utilizar el aparato en casa y es una opción cara.