Y los aires delrencor se acallaron en lapiel
bajo cariciascaducas sintacto,tan desabridas de andar sin goce.Y la huella de tu nombre en mi boca selló el tiempoandado hacia el olvidoen el latido de un beso.Navegué por el mar de siempre y respiré hondo entre los horizontes ciegos,caminando y borrando encada paso que anduve
cada ola que vi ahogarse en la inmensidad
del océano de aquel álgido beso,
que entre tu boca y la mía cubrimos bajo un ayer de nostalgiasen las notas de un viejo blues.
Albert Sughi. Piano bar, 1996
Y esperé en el umbrío soliloquio de las notas del piano, la dulce mirada con la que siempre que canto me acompañas. Pero fue en vano. Entre la penumbra del alcohol y las rosas ajadas por el abandono y la dejadez vital de los que ya hemos vendido nuestra alma al mejor postor, estuve esperando que me ofrecieses el penúltimo trago, y levantases tu copa por mí, mientras entonaba esa canción tuya, y con la que ya suelo cerrar el cansancio de este hastío que me corroe cada noche que columpio algún trasnochado blues.
Pero, en tu rincón de siempre alguien alzó la copa y me invitó a la penúltima, y me senté con él mientras recordaba que nunca supe ni me enseñaron que había de serle fiel a ningún hombre.
Serie Antros II, 2023