Caras conocidas y otras no tanto y la grata sorpresa de poder charlar sobre este oficio de palabras que uno intenta dignificar a fuerza de constancia y lecturas. Nos faltó abrir el micrófono, pero nos quedamos sin tiempo, disculpas.
Un párrafo especial para Santiago Ocampos por el acompañamiento, siempre interesado en el quehacer cultural regional. Y en fomentar lo que se hace en el interior, que no es poco.
También para los compañeros de ruta en esto de escribir: l@s amig@s de la Mano en la Sed y escritores cipoleños que se arrimaron hasta el Museo.
Gracias por los mensajes de texto y salutaciones desde las redes sociales. Y a la predisposición de la gente de la Feria, atentos a cualquier inquietud que tuviéramos.
Ni hablar de la familia y los afectos que acompañan esta travesía. Saben que sin ellos, nada es posible.
Ahora falta Santa Rosa. Si todo sale bien, andaremos en noviembre por allá.