Revista Talentos
Se puso los guantes despacio, con gracia, sonriéndole pícaramente. Él, subestimando el despliegue de fuerzas del que es capaz una mujer entrenada para demostrar su valía, se rió a carcajadas. Ella, decidida a triunfar, dio el primer paso. Fue a su encuentro y, de un solo derechazo, lo dejó K.O.