Hoy hemos tenido nuestro último día de curso de japonés antes de las vacaciones de verano. Para celebrarlo de una forma amena y divertida los profesores han tenido el detalle de organizar una sesión de Shodō.
Shodō (書道) significa literalmente "el camino de la escritura". Es la disciplina japonesa que se encarga del estudio de la caligrafía. Por supuesto, en sus raíces proviene de la caligrafía China pero con la aparición del hiragana la rama japonesa pronto empezó a diferenciarse. En Vietnam también apareció una disciplina similar, el Ông Đồ, del que ya he hablado alguna vez.
Para practicar el arte del Shodō se necesita disponer de varios elementos. En clase nos han entregado un estuche que contenía todo lo necesario.
Arriba a la derecha se encuentra la barra de tinta sólida conocida como sumi, guardada en su estuche. Al lado está el suzuri o tintero de piedra, sobre el que se prepara la tinta. A continuación un pequeño bote para guardar agua. A la derecha un bote con un líquido acuoso que utilizaremos para obtener la tinta líquida a partir de la barra. En la parte de abajo hay una esterilla enrollada que contiene el pincel o fude y por último el pisapapeles con la que sujetar el papel sobre el que vamos a escribir.
Los pinceles, por lo general, están hechos con un palo de bambú y pelo de animal de cualquier variedad.
El procedimiento para obtener la tinta líquida con la que escribir pasa por, en primer lugar, echar el líquido en el tintero de piedra (agua también sirve). A continuación se moja la barra de tinta sólida y se frota la misma contra la parte plana del tintero, lo que produce que esta se deshaga y las partículas de tinta se mezclen con el líquido, dando lugar a tinta líquida.
El proceso dura unos 5 minutos, hasta que el líquido se vuelve lo suficientemente negro.
Ahora ya podemos mojar el pincel y comenzar a escribir. Lo haremos sobre cualquier papel blanco, grueso y absorbente, aunque el material tradicional utilizado es el papel de arroz o de bambú.
Los caracteres deben escribirse en el papel en columnas verticales en sentido de arriba a abajo y de derecha a izquierda. Por contra, la escritura horizontal de kanji se realiza de izquierda a derecha.
Algo que distingue el Shodō como un arte es que el calígrafo debe seguir un determinado orden a la hora de escribir los trazos de un kanji y dominar con gracia el pincel para conseguir terminar cada trazo de la manera precisa: bien en seco, bien dejando rastro del pincel o en gancho.
La práctica del Shodō requiere una gran disciplina y concentración y por ello está íntimamente ligada al zen. Antes de proceder a escribir el calígrafo tiene que liberar la mente y alcanzar un estado en el que los caracteres fluyen por sí solos, sin necesidad de realizar un gran esfuerzo para conseguir la precisión deseada.
Obviamente nosotros que somos unos principantes nos lanzamos al papel sin meditar ni leches y escribíamos los kanji como mejor podíamos, eso sí intentando prestar atención en el orden de los trazos y en la terminación de cada uno. Al final nos quedó una bonita colección de kanji.
La de hoy ha sido una actividad bastante gratificante. Por un lado los estudiantes hemos disfrutado del último día de clase de una forma entretenida y los profesores han conseguido que de alguna forma la sesión haya resultado útil ya que nos ha servido para repasar los kanji. Me ha parecido muy interesante, merece la pena que le eche un ojo a los clubs que hay en la Universidad por si hay alguno de Shodō al que pueda apuntarme. Sería una buena forma de estudiar los kanji. :-)
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Shodo, el camino de la escritura
Publicado el 30 julio 2010 por AmorenoTambién podría interesarte :