
Si al emprender un viaje
al confín de la memoria
volcamos el tintero de la historia
despojándonos del traje nublado del sentir...
Si el pasaje es tempestuoso
(polizón de madrugada)
y una maleta ensimismada
se abre de recuerdos, de temblor y de gozos,
de paisaje y de latir,
habremos encontrado el camino
sorteando ríos, diques y recodos
descubriendo el paraíso del sentir.
Lo que hemos olvidado...no se olvida.
el recuerdo es recordado
y el alma vuelve a vivir
