¿Qué pides sino que sea otra persona? ¿Que divida mi alma y me enrede bajo tus pies descalzos cual serpiente que incita al pecado y peca indecorosa? Lanzas tus flechas pero mi corazón esquivo solo sueña con la libertad que nunca tuvo. ¿De qué te sirve tratar de encarcelarme con tus palabras si me hallo perdida aquí y tú feliz trinas, ruges, aúllas, croas, siseas y hablas?
Son mis pies los que quiero vestir con flores mientras observo cómo la brillante hierba crece verde con el rocío de la mañana. Son mis manos las que quiero que acaricien y hagan brotar tus gemidos y jadeos, musitar tus te quiero, sacar música a tu cuerpo cual piano. Pianista soy y sirena y musa y hada y ninfa. Soy gata y loba y verso y prosa y éxtasis y gozo y placer y orgasmo. En ti.
Mía, dices, solo mía, mas sé que no es cierto pues eres de todas. Aquí, bajo esta nube en la que vivo, veo tu cárcel de lava y tiemblo por tenerte ahora, ya, en este momento. Más no será jamás pues cada vez que te sueño me despierto gritando.
No me enredes, corazón ardiente, y deja que camine alborotado mi cabello hacia el lugar de luz que me aguarda. Si me dejas partir, prometo amarte siempre más si me amarras, verás cómo se marchita mi cuerpo y se aja. Pues no hay mayor castigo para quien sueña, que lo atrapen con una promesa y no cumplirla.
Publicado en RELATO CORTO