Me refiero a la energía. Aunque quizá se pueda extrapolar a muchos otros ámbitos. Pero aquí quiero hablar de energía. Y está es la conclusión. Cada vez más dentro del sector de generación de energía, sobre todo a pequeña escala, sobre todo de aquellos que fueron (o fuimos) deslumbrados por la verde luz de las energías renovables y de sus primas, cunde más el mantra que da título a estas líneas. No se puede ligar un negocio a la discrecionalidad de un gobierno.
Cualquiera que siga en el mundo energético ligado a las renovables ha comprendido ya que si no es rentable, no sirve. No se puede vivir ligado al maná estatal de por vida. Cuando hablamos de generación de energía, como de tantas otras cosas en la vida, debemos hablar de asignación eficiente de recursos. Es la mejor manera de conseguir sostenibilidad. De ser eso que llaman ecológicos.
No hay más que pensar un poco para verlo. Tenemos un montón de posibilidades de generación. Unas mas baratas. Otras más caras. Generalmente las más baratas menos respetuosas con el medio ambiente. No entraré a discutir eso. Por otro lado existen unas necesidades energéticas. Y unos recursos limitados para la generación o compra de energía. Así que si asignamos gran parte de nuestros recursos a la generación de energía cara pero respetuosa con el medio ambiente y queremos mantener el consumo de energía, alguien en otro lado del sistema estará generando energía barata y sucia. Con lo que poco o nada ganaremos.
Lo cual significa que o recortamos el consumo de energía – si podemos gastar menos, de lo que sea, siempre irá en beneficio de nuestro bolsillo – o, una vez ajustado el gasto energético al mínimo, consumimos las energías que podemos pagar. Evidentemente, podremos elegir entre distintas formas de generación, que pudieran tener precios similares, y escoger aquella más respetuosa con el ambiente.
Pero que nadie se engañe. Una vez establecido el consumo necesario para una sociedad, o un país, el mix de energía será el que será. Variará en el tiempo, además. Pero no puede pagarse de más, si no se tienen recursos disponibles. No podemos obligar a sociedades con los recursos limitados, a gastar por encima de sus posibilidades. Las estamos condenando.
Desplazar recursos, a base de impuestos o tasas, para primar una u otra fuente de generación, no es más que un modo de empobrecer a la sociedad. A los hecho me remito. Los proyectos, y los de generación de energía no son una excepción, deben ser viables por si solos. Deben servirse primero a sí mismos, y así podrán servir a la sociedad. Deben ser rentables sin ayuda alguna. Por lo tanto, aquello que no es rentable, no puede ser ecológico.
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