En un primer momento me pareció el canto del cisne antes de morir, algo bello e inútil, pero con un toque de dignidad heroica: hacer que los inventores de la democracia decidieran si querían volver a ser libres (pobres, pero libres) o continuar siendo esclavos de los mercados (pobres, pero esclavos).
El simple anuncio de convocar un referéndum para que sea el pueblo heleno el que decida si continuar aplicando los infinitos recortes impuestos por la mafia europea, hizo que cundiera el pánico, con una imagen similar al de un hormiguero en el que un pequeño griego aliviara su vejiga inundando las galerías de opiniones no esperadas.
Ha sido breve pero maravilloso ver como los mercados se volvían locos, como sus mamporreros –a la sazón los líderes políticos de occidente- clamaban por la inmoralidad de preguntar al pueblo sobre su futuro, como todos los expertos en especulación salvaje amenazaban con la caída de una moneda –el euro- que desde su implantación no ha hecho más que sodomizarnos (y no me refiero sólo del griego a los griegos). Incluso el vaticano, como no, salía en apoyo de la caterva de mercaderes de la nada que se enriquece más cuanto más se empobrece al resto de la población.
Me hace gracia que el pueblo soberano es loado cuando elige en unas elecciones a los políticos y sin embargo es denostado, insultado y ninguneado cuando quiere ejercitar su derecho a decidir sobre cuestiones en las que se juega el futuro de generaciones.
Totalmente indecente ha llegado a ser el momento en el que cuando los líderes de la unión europea veían imposible la cancelación del referéndum, que quisieran cambiar la pregunta. Se nota que están acostumbrados a dictar las respuestas y que los demás escriban las preguntas adecuadas. Parecía claro que los griegos iban a mandar a la unión europea, al euro, y a todos los que se han lucrado con ello al lugar que se merecen. Al fin y al cabo ¿qué más da estar arruinado en euros, que estar arruinado en dracmas?
El futuro griego es espantoso tanto si se queda en la unión europea como si decide irse –expulsado dirán los que se quedan dentro-. Si se queda tendrán que ser unos meros parias sin voz ni voto, que tendrán que vender el país a las multinacionales que indiquen desde Bruselas y siempre se les señalará con el dedo por haber intentado “traicionar a la familia”. Si se van de la unión europea serán unos apestados mundiales. Ninguna potencia de calibre querrá tender una mano a Grecia y encontrarse a la mañana siguiente una cabeza de caballo en la cama, como aviso a su osadía.
Finalmente las presiones mafiosas de los mercados, sus mamporreros –a la sazón los líderes políticos occidentales-, los expertos en especulación salvaje y otras entidades financieras como el Vaticano, han conseguido que Papandreu haya decidido no convocar un referéndum. De este modo supongo que dejarán de torturarle y tendrá una muerta política rápida y poco dolorosa. Bravo, caro amico Andreas, hai fatto del tuo meglio per la familia.
keagustitomekedao