Si quieres ser feliz invierte en experiencias, no en cosas

Publicado el 02 marzo 2012 por Silviamovellan @SilviaMovellan
El otro día me quedé pensando a partir de una frase que leí en Google + (si, yo tampoco se cómo llegué hasta alli): Si quieres ser feliz invierte en experiencias, no en cosas.
Asi que me he puesto a pensar en las mias. En mis propias experiencias y se me han ocurrido unas cuantas. He nadado con delfines y focas marinas, he dado de comer a un cocodrilo (que asco, qué miedo, qué sensación mas k*jhcking jodida), y he "pilotado" un camello de camino al Sáhara.   He viajado a Cuba, México, Paris, Marruecos, Italia, Suiza, Portugal, Túnez y a las Islas Canarias dos veces el año pasado (sin coñas).   He hecho espeleología en el pueblo donde se rueda Tierra de Lobos, escalada en las montañas de Palencia (y luego segundo intento en la Sierra de Madrid), he hecho spinakker a orillas del Caribe en Acapulco, he dormido en la Sierra de Gredos y he esquiado (de aquella manera) en Sierra Nevada, me he caido de un kayak (y han tenido que venir a rescatarme porque había atracado sobre unas rocas mientras el hotel miraba), también hice snowboard en La Pinilla, pero eso no cuenta, estuve más tiempo en el suelo que sobre la tabla.   Me han robado y he perdido móviles y cámaras de fotos y yo para compensar he robado unas medias en Primark (en realidad no fue premeditado). He visto la muerte muy de cerca y la vida en los hijos de alguna amiga cercana. Me he vuelto loca comprando en Gran Via y en Oxford Street como si no hubiera mañana (y como si yo fuera Carrie Bradshaw) y he pensado que acabaría viviendo de la caridad como ya lo hizo Will Smith mientras buscaba su felicidad.   Me he enamorado. Muchas veces en mi imaginación. Una sóla en mi corazón.   Me he peleado con mi hermano hasta que ambos terminábamos llorando pero lo quiero tanto que daría mi vida por él. Me preocupo de mis amigos, les hago de Celestina (aunque se que no lo necesitan) y me encantaría que un día no muy lejano todos fuesemos vecinos en una mismo comunidad cada uno con su pareja, que nuestros hijos fueran amigos, que quedásemos para jugar al Trivial y que nos cuidasemos los unos a los otros -ya se que eso se lo inventaron los hippies, pero a mi me gustaría darle otra vuelta a esta buena idea de mi cuñado Sergio-.  He dejado que una mujer me enjabone y me bañe mientras yo estoy desnuda (en presencia de mi amiga Vero). He donado sangre. He llorado porque echaba de menos mi casa. Me he sentido completamente feliz con mi vida en infinidad de ocasiones. Sigo planeandolo todo y luego no me sale casi nada.   He bailado sobre la barra de un bar en Salamanca y he sufrido un atentado en Marrakech (disparaban piedras contra el autobus hasta que rompieron nuestro cristal, yo a eso lo llamo por lo menos medio antentado). He bebido tanta absenta hasta no recordar ni mi nombre ni mi casa. He sentido que era mayor para beber, cuando tomo una bebida fría a veces me da dolor de cabeza. He hecho un maratón de batuka y aguanté más de 6 horas. He toreado una vaquilla en una capea (con mi amigo el torero ayudándome). Vi cumplir 100 años a mi abuela. 



He vendido consejos que para mi no tengo. He empezado tantas dietas como pelos tengo en la cabeza. He conducido un tractor. He llegado a casa sin sandalias después de una larga noche de fiesta en Santander donde nos echaron del bus con un spray antivioladores (no a nosotras, a todos). Intenté hacer el Camino de Santiago, Terminé con éxito y un par de ampollas la Ruta del Cares.
He bailado pasodobles en la verbena de mi pueblo hasta levantar polvo del suelo. He llevado uniforme de cuadros cuando estudiaba en el internado y una falda naranja bombona cuando trabajaba en una tienda gótica en Camden. Vi el beso de Casillas y Sara Carbonero cuando España ganó el Mundial.
He viajado en el maletero de mi profesor del cole rural mientras preparábamos un viaje que consistía en rebozarnos entre la nieve. Una monja me ha vacilado, pero no una cualquiera, la madre superiora me quitó el móvil una vez y hasta me azotó otra. Me decía que era una escandalosa.
En la fiesta gastronómica entre departamentos de mi oficina yo aporté sólo dos sandias. Fui a la "marcha de los tractores" en Madrid para apoyar a la ganaderia rural. Hice algunas cosas de las que luego me arrepentí y estoy haciendo otras de las que me siento muy orgullosa.
He regateado en inglés y en francés. He pensado que nadie me quería. He pensado que todos me querían. He aprendido a hacer ganchillo y he rezado cuando estaba al límite por algo. He hecho tongo en algun concurso y otros los he ganado legalmente. He dado un discurso en la graduación de mi master y he hecho el rídículo dando el discurso (con 2 o 3 copas) en la boda de mi amiga la Chilindrina.
He pensado que los amigos de verdad eran para siempre. He llevado en la cabeza estrellas, globos, gorros, diademas, flores, bolis, pelucas, rotuladores, cartones y hasta cuerdas. He ido al Bernabeu y he querido hacerme ultrasur pero luego cuando juega el Madrid en la tele nunca lo miro. Me he tomado tantos Red Bulls que he tenido que salir a pasearme, literalmente, porque pensaba que el corazón se me salía del pecho. Me he disfrazado en todas las ocasiones en las que he tenido la oportunidad: de hippie, de vieja, de ángel, de pastora, de doncella de la muerte, de pobre, de pirata, de Lo Que el Viejo se Llevó, etc.  He quemado la cocina de mi casa de Martin de los Heros. He ayudado a una vaca a dar a luz. He pedido matrimonio (sin respuesta definida).
He dejado un trabajo y me han despedido de otro. Le he regalado un trozo de una estrella del cielo a un actor de telenovelas. Me han abucheado en un karaoke cantando a Juan Pardo.
Me han cantado cumpleaños feliz en un sitio de travestis. Los travestis y las otras mesas también han cantado.  
Todos hacemos cosas cada día que nos enriquecen la vida que nos hacen ser como somos  y algunas de ellas, ¡hasta son gratis!