Ni te pondrás morada de bronca ni imprecarás usando para tal fin las peores palabras que encuentres en el diccionario de la Real Academia Española. Te tomarás un té de tilo o alguna tisana para la furia. A medida que pasen las horas de tu feliz día y notes que tu príncipe sigue sin acordarse, tu ira incrementará. Entonces respirarás profundo, o te tomarás otra tisana, como veas. Pero en ningún momento perderás la compostura. Grabarás a fuego en tu materia gris: los gritos suelen ir acompañados de gesticulaciones. Las gesticulaciones suelen ir acompañadas de diferentes expresiones faciales. Las expresiones faciales son las madres de todas las arrugas. En resumen: a mayor pérdida de compostura, mayor cantidad de arrugas en tu rostro. Y tú no quieres arrugas, lo que quieres es vendetta. Y para ello lo único que necesitas es paciencia (con este ingrediente se soluciona todo, tú confía en la autora). Llegará ese domingo a la tarde en el que jueguen Boca-River/Barza-Real Madrid. Puede que el clásico se juegue a los pocos días de tu cumpleaños, puede que luego de meses, pero la autora te promete: llegar, llegará. Cuando esto suceda, en el minuto número 7 del primer tiempo te meterás en la cocina. No será para prepararle un tentempié o para agarrar una cerveza helada que llevarle al salón donde mira su amado fútbol; tampoco será para fregar los platos sucios del mediodía; será para que enchufes todos los electrodomésticos que en tu cocina encuentres. Si no llegaran a ser suficientes, enchufarás también el secador de pelo, el lavarropas, la estufa de cuarzo, el ventilador de techo, la depiladora y la aspiradora.
Qué ganarás: harás saltar los tapones.