Revista Diario
Cuando empiece con su eterna monserga de que no metiste el cambio/la marcha que correspondía, o que no vas por el carril por el que deberías ir, o que quien te dio el registro/carnet de conducir sin ningún lugar a dudas estaría ebrio; dos palabras tiene la autora para ti: tú inmutable. Dejarás que se despache a gusto. Mientras, lo escucharás, tragarás grandes cantidades de saliva y esperarás (la autora te recuerda lo que te ha dicho en otra ocasión: con ese ingrediente llamado paciencia resolverás muchas cosas). Una vez que estés en el medio de la General Paz/M-30 le dirás que escuchas un ruido muy raro en el coche. Te detendrás en la banquina/el arcén y, como eres la que conduce, le pedirás que baje para ver a qué es debido. Cuando tenga los dos pies fuera del vehículo arrancarás. Esbozarás una amplia sonrisa y mirarás su cara de desconcierto por el espejo retrovisor. Si llueve; mejor. Si graniza; mucho mejor. Si nieva y hay una ventisca huracanada proveniente del noroeste; inmejorable. No volverás a buscarlo. No te permitirás pensar en resfriados ni en posibles insultos.
La autora te advierte: deberás estar preparada pues se enojará, puede que no te hable durante varios días, y hay grandes posibilidades de que te pida el dinero que le costó el taxi.
Qué ganarás: ni abrirá la boca para respirar cuando el coche esté bajo tus manos la próxima vez.