Si te duele algo, imagina…

Publicado el 28 febrero 2013 por Flecanda

Es bien sabido que guardar reposo en una cama puede llegar a ser realmente aburrido, pasamos mucho tiempo imaginando todas aquellas cosas que podríamos estar haciendo, y cuando sabemos que nuestra espera se va a prolongar durante mucho tiempo, se nos viene el mundo encima.

¿A quién no le gustaría encontrarse en un hospital en el que la arquitectura nos trasladase a un lugar soñado? Lo ideal sería un lugar que combinase la funcionalidad propia de un hospital con la imagen de un lugar que te hiciera olvidar tus dolencias o tratamientos.

Podemos encontrar algunos ejemplos como el “hospital infantil en Zurich” de Herzog & De Meuron o el “hospital Sarah Kubitschek” de Joao Filgueiras Lima (Lelé), el cual es objeto de este post.

Lelé, como es conocido Joao Filgueiras en Brasil, trabajó junto a Niemeyer en Brasilia en los años sesenta, algunos consideran incluso que lo superó, dado que es muy fino con los detalles constructivos.

A lo largo de su trayectoria ha realizado la red de hospitales Sarah, hospitales prefabricados pero humanos, en los que personas con gravísimos problemas de movilidad tienen acceso a todo: terrazas, parques e incluso lago cuando lo hay. Se trata de una arquitectura económica, hermosa y cercana.

Como arquitecto detallista, Lelé está presente en todo, desde las camas móviles y el mobiliario de los pacientes hasta la ausencia de aire acondicionado (emplea un sistema de ventilación cruzada), los espacios de reunión o las zonas para acceder al exterior a tomar el sol. Convencido de que con pocos medios se puede conseguir una arquitectura hermosa y alegre, Lelé vive volcado en sus hospitales. El último, levantado en Río de Janeiro, cerca de la laguna de Jacarépaguá, en una región semi-inundada, es un hospital horizontal en el que jardines y terrazas airean un local repleto de sombras y miradores. Las cubiertas interiores de policarbonato son basculantes: forman un colchón de aire y actúan como difusor de la luz solar. La zona de convivencia tiene una cubierta arqueada que se abre mecánicamente.

Un lago, conectado a la laguna, recupera agua de lluvia y sirve de zona de evaporación para consolidar el control térmico: de allí, el aire frío se evapora y llega hasta unos ventiladores que lo empujan al interior por conductos y rejillas.

Las vigas y los pilares metálicos conviven con la argamasa armada. Los puentes se pueden atravesar en silla de ruedas y un auditorio, coronado por una semiesfera, abre en pétalos su óculo para dejar entrar el aire y la luz. Estaría bien que un arquitecto que construye algo así ganara alguna vez el Pritzker.

Aquí os dejo un video del proceso constructivo de proyecto, que explica los metodos de ahorro energético del edificio.

 


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