Aunque la inmensa mayoría de la gente jamás se hubiera podido imaginar que Raúl se retiraría del fútbol lejos del Santiago Bernabéu, bien es cierto que durante la última temporada ya se veía venir que el capitán estaba agotando su tiempo en la casa blanca. El pasado lunes se consumó la noticia, y Raúl se dio su último paseo por el césped que le hizo eterno. El acto de despedida del club, fue un fiel reflejo de todo lo que ha sido su carrera, incontestable en cuanto a títulos y logros pero totalmente alejada del marketing que rodea al mundo del balompié. Raúl siempre ha sido un hombre discreto fuera de los terrenos de juego, y con esa misma discreción se ha marchado del Real Madrid. Con la misma naturalidad que marcaba los goles, ha puesto punto y final a 16 años de servicios al club. A pesar de que su dorsal no va a ser retirado, yo no soy partidario de eso, porque nunca se sabe quien lo puede llevar en un futuro y lo grande que puede llegar a ser (Raúl tomó el testigo de Butragueño y éste el de Juanito); el Siete siempre estará ligado a Raúl.
Siete vidasRaúl siempre ha sido un perfecto profesional, empezando por el cuidado que ha tenido con su cuerpo. Pocos jugadores pueden decir que durante 16 años sólo hayan tenido una lesión de larga duración, y más aún jugando en posiciones de ataque, donde las patadas recibidas son el pan nuestro de cada día. A muchos jugadores se les cataloga muy pronto como “portentos físicos” o “auténticos toros”, sin embargo esa condición la mantienen únicamente en ciertos tramos de la temporada o durante unos cuantos años. Nunca se le ha considerado a Raúl de esa manera, pero si miramos fríamente la cantidad de minutos que ha disputado cada temporada, y la intensidad a las que los ha jugado, seguramente nos replanteemos el verdadero significado de portento físico.
Siete maravillasComo ya he dicho antes, Raúl cogió el testigo de otros sietes legendarios, como el malogrado Juanito al que se le atribuye el legendario cántico “illa, illa, illa, Juanito maravilla”. Hablando de maravillas, Raúl nos ha deleitado con varias a lo largo de su carrera. Aquí podría empezar a poner todos los números de él, pero me faltaría blog y son de sobra conocidos. Sin embargo, en el imaginario colectivo siempre quedarán sus elegantes “cucharas” con las que superaba a los porteros rivales dándoles la oportunidad de darse la vuelta para contemplar como el balón besaba las mallas. También siempre se recordarán sus goles en las grandes citas, como “el aguanís” de la Copa Intercontinental, la galopada que se pegó para marcar el 3-0 en la Octava, o la pillería que tuvo para abrir la lata en la Novena.
Siete pecados capitalesNo obstante, en un currículo tan impecable como el de Raúl, también podemos encontrar algunas manchas o espinitas clavadas. Sin lugar a dudas, la más grande de todas ha sido la Selección. Antes he hablado de que es un hombre discreto, al que no le gustan las ostentosidades ni se regodea en los halagos; sin embargo, la forma en la que salió del equipo nacional no fue la más correcta. Por la puerta de atrás, y señalado como el culpable de todos los males endémicos de nuestro combinado nacional. Tampoco me extrañó demasiado, ya que en este país tenemos la extraña costumbre de vilipendiar a nuestros valores más preciados. No ha sido el primer, ni será el último deportista de élite al que le han golpeado con saña desde muchos sitios. Me da pena, que el respeto que el le ha profesado a su profesión, a su club y a la familia del fútbol en general (incluyendo a los rivales) no haya sido mutuo en determinadas ocasiones. Ahora no, ahora todo son halagos y en unos años se le mitificará; esa también es otra de nuestras costumbres más arraigadas. Espero, que ahora que hemos superado muchos de nuestros complejos deportivos, aprendamos de otros países y no arrastremos por el fango a nuestros actuales héroes nacionales.
Siete enanitosAl igual que en el clásico de Disney, donde los siete enanitos entraban y salían cantando de la mina, Raúl va a seguir dando que hablar en un club minero, el Schalke 04. La verdad que la figura del minero, se asemeja bastante al estilo de juego de Raúl. A base de picar y picar, de ser constante, de no desfallecer nunca, ha ido consiguiendo sacar oro donde otros sólo veían piedra. Con todo el oro que ha sacado en estos años, le daría de sobra para haberse forjado un balón de Oro. Pero, ya sabemos que ese trofeo, por alguna extraña razón siempre ha sido reacio a terminar en algún jugador español. Espero que este año, por fin, se haga justicia con alguno de los nuestros.
Siete almasRaúl siempre se ha caracterizado por su generosidad dentro del campo; salvo con los porteros rivales, a los que no perdonaba una. Jamás se ha perdido un partido por sanción, la tarjeta roja no existe para él, y las amarillas que recibe en una temporada se pueden contar con los dedos de la mano. Siempre ha sabido adaptarse a las situaciones, ha jugado en multitud de posiciones dentro del campo por exigencias galácticas, ha sabido aceptar la suplencia con total naturalidad y un respeto ejemplar. Ha dignificado la profesión de futbolista como pocos, alejándose siempre lo más posible de los focos paralelos que alumbran a este gran circo. Jamás se le ha visto protagonizar ningún escándalo, ni ser portada de las revistas del corazón. Ha vivido por y para el fútbol, y lo mejor de todo, es que seguirá haciéndolo. Por lo tanto, ya queda menos para que vuelva al Santiago Bernabéu en calidad de lo que él quiera, aunque yo apostaría a que lo hará como entrenador. Esto solamente es un punto y aparte en la historia del Raúl Madrid.