Signe Wilkinson (nacida en 1959 en Tejas) es una caricaturista editorial major conocida por su trabajo para The Washington Post y el Philadelphia Daily News. Ella fue la primera caricaturista mujer en ganar el Premio Pulitzer Prize en 1992. Ha servido como presidenta de la Association of American Editorial Cartoonists de 1994 a 1995.
En una de sus caricaturas, publicada el pasado 29 de septiembre (http://glennsacks.com/blog/?p=4273), en la cual ella describe un salón de clase en donde cada pupitre ha sido rotulado con una de las causas del fracaso del sistema escolar estadounidense, y el más prominente ha sido rotulado con la palabra “Dadless” (“Sin papá”). El hecho de que una voz de tal prominencia señale a la carencia de padre como uno de los factores de la actual debacle del sistema escolar (ahora mismo, el desempeño de las escuelas de Estados Unidos compara a aquellas de países del tercer mundo) es un logro en sí mismo, pero que esa voz la señale como la más relevante, es una verdadera victoria.
Nosotros los maestros sabemos (fui maestro de escuela elemental por diecinueve años) que las escuelas son microcosmos de las comunidades y sociedades donde están. Es verdad que la carencia de padre es uno de las principales fuentes fracaso estudiantil en las escuelas, es también cierto que la carencia de padre es una de las fuentes de fracaso en la vida para tantos niños que han sido criados sin sus padres.
Muy recientemente, el Sundance Channel mostró una serie de cinco episodios titulada “Brick City”, sobre la actual lucha para revitalizar la que una vez fue la extremadamente vital, ahora extremadamente violenta ciudad de Newark. En una de las más reveladoras escenas, un maestro, en un salón de clases lleno de muchachos de escuela superior, les pidió que levantaran la mano a aquellos que tenían poco o ningún contacto con sus padres; la vasta mayoría levantó la mano.
Hay una admonición en esto: si queremos que nuestras sociedades fracasen, lo único que tenemos que hacer es remover a los padres de las vidas de sus hijos. Pero si lo que queremos es darle a nuestro mundo una oportunidad de tener éxito y sobrevivir, permitámosle a los padres ser parte integral de las vidas de sus hijos.
Nosotros, los creyentes en la custodia compartida, ya hemos escogido lo que queremos.