SIGNO Y POESÍA, SEGUNDA ENTREGA
ANTE la complejidad de los diferentes códigos aprehensibles en el fenómeno poético sería conveniente, para mejor entendimiento, aludir al concepto de signatum del poema tal y como lo entendiera Mukarovsky,11 si dentro del contexto prevalente de los fenómenos sociales. Y esto porque, desde este punto podemos partir para hacer una puntualización clarificadora que objetiviza un hecho, a nuestro juicio, de vital importancia, y cuyo reflejo más significativo vendría de la mano tanto del concepto como del hecho de su existencia objetiva patente en la persona y en el elemento cosificado que es el poema, nos referimos a los poétes maudits. De la contemplación y estudio de sus poemas e idearios poéticos podemos colegir como nada extraña su postración al ostracismo por parte de las ordenaciones axiológicas más o menos actuales y avisadas, las cuales, no obstante, sí han incidido, casi siempre aposteriori, en ofrecer una imagen de la poesía (y del poeta) tantas veces prejuzgada y tópica, que creemos social y semióticamente interesante, aunque lo aleje de la realidad intrínseca del fenómeno literario y poético, pues hace prevalecer un juicio apriorístico de lo que acaso sea o deba ser la poesía, y de lo que ésta y su particular naturaleza influya en el propio carácter y personalidad del poeta, y estos, posteriormente, en su labor creativa.
De cualquier modo no parece que la sistematización de los significantes y los significados se ofrezca como expresión de análisis y verificación suficiente para el fenómeno literario en general, ni para el poético particularmente, por lo que llegados a este punto no contrariaremos a la Crítica Literaria, en cuanto a la consabida estimación que hace del signo lingüístico poético como de extrema complejidad, no pareciéndonos en principio cosa extraña tampoco que aquella disciplina trate a la poesía como portadora de macrosignos o hipersignos. Reiteremos, por tanto, la especialidad del discurso poético en cuanto a la singularidad de su signo lingüístico manifiesto en la polisemia, en la ambigüedad, en las amplísimas connotaciones, en la sistematización de los elementos significados, etcétera.
IV
SI hacemos una fugaz semblanza histórica de lo que pudo aprehenderse en la especialidad del signo en poesía, veremos, desde Platón,18 que el concepto de inspiratio poética, conscientemente alejado de la retórica sofista, así como su contemplación más allá de la letra (escrita), incluso oral, la reviste de la idealidad propia del verdadero conocimiento y la inviste, a su vez, de la sagrada complejidad que compete directamente al alma; con vertiente no menos compleja y especial la observa la mímesis de la Poética 19 aristotélica y sus versiones tan bien aderezadas de Horacio 20 o Diomedes; 21 para experimentar el cambio sustancial (pero que no por eso ofrece una visión no menos compleja y especial de la poesía) que ofrece el Romanticismo, el cual veía la expresión poética (influyendo entre otros muchos en Edgar Alan Poe)22 como el instrumento inmortal que aspira a la belleza. Así también la observará Baudelaire: 23 como el modo de subvenir sus necesidades estéticas, pues será ella, la poesía, la que mantenga una naturaleza desterrada de lo imperfecto, y cuya concepción estética se vería completada por Rubén Darío, 24 y sobre todo por Juan Ramón Jiménez, 25 poniendo énfasis en el carácter absoluto de su aspiración a la belleza. Son, pues, el esbozo teórico que justifica la complejidad y singularidad de la expresión poética, mas se vinculan a los testimonios de los poetas verdaderos que pretenden ser y conocer viviendo en la ciencia particularísima de la poesía; así se deduce de la aspiración poética del gran Rimbaud, 26 o del concepto de inefabilidad del mismo Juan Ramón 27 o del ánima mundo de Bretón,28 quien, a su vez, describe la poesía de forma tan influyente como revelación enigmática.
Francisco Acuyo
Notas.-
11 Mukarovsky, Jan: Ver nota 8.12 Lázaro Carreter, F: De poética y poéticas, Cátedra, Madrid, 1990.13 Blanchot, Maurice: El libro que vendrá, Monte Avila, Caracas 1992.:14 Barthes, Roland: Elementos de semiología. Alberto Corazón Edit. Madrid 1971.15 Barthes, Roland: Ensayos críticos, Col. Biblioteca Breve, Seix Barral, Barcelona, 1967. 16 Heidegger, M: Arte y Poesía, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.17 Earle, J.: Actos de habla. Ensayo de filosofía del lenguaje, Cátedra, Madrid, 1980.18 Platón: Ión, Obras Completas, Aguilar, Madrid, 1971.19 Aristóteles: Poética, Aguilar, Madrid, 1972.20 Horacio: Arte Poética, Taurus, Madrid, 1987.21 Diomedes: Obras, Gredos. Madrid 197322 Poe, E. A.: Escritos sobre poesía y poética, Hiperión, Madrid, 2001.23 Baudelaire, Ch.: Curiosites esthetiques et autres ecrits sur l’art, Hermann, Paris. 1968.24 Dario, R.: Obras completas, Ed. Espasa-Calpe, Madrid-Barcelona, 1932. 25 Jiménez, J.R.: El Trabajo Gustoso (Conferencias), Aguilar, México, 1961.26 Ibidem: La corriente infinita (crítica y evocación) Ed. Aguilar, Madrid, 1961.27 Rimbaud, A.: Obra completa. Prosa y poesía, Edición bilingüe, Ediciones 29, Madrid, 1972.28 Breton, A.: Manifiestos del surrealismo, Guadarrama, Madrid, 1969.29 Machado, A.: Obras: Poesías completas. Ed. Séneca, 1940, México.30 Novalis, Schiller, Schelegel, Kleist, Holderlin.... Fragmentos para una teoría romántica del arte, Tecnos. C. Metróplis. Madrid, 1987. 31 Mallarmé, S.: Las prosas de Stéphane Mallarmé, Aymá, Barcelona, 1942.32 Bousoño, C.: Teoría de la Expresión Poética, Gredos, Madri, 1978.33 García Lorca, F.: Obras Completas, Aguilar, Madrid, 1969.34 Jorge Guillén: Ob. cit. nota 4 y 14.35 Aleixandre, V.: Obras Completas, Aguilar, Madrid, 1971.36 Alonso, D.: ob. cit. nota 5.37 Ibidem38 Valéry, P.: Teoría poética y estética, Visor, La Balsa de la Medusa, Madrid, 1990. 39Eliot, T.S.: Función de la poesía y función de la crítica, Tusquet, Barcelona, 1999.40 Poe, E.A.: ob. cit. nota 15.41Eliot, T.S.: ob. cit. nota 31.42Menéndez Pidal, R.: Flor Nueva de Romances Viejos, Espasa Calpe, Austral, Madrid, 1978.43 Parini, Giuseppe - Poesie. Firenze, Barbara, 1904. 44 Salinas, P.: Literatura española siglo XX. Col. Lucero, Ed. Séneca, México, 1941.