Parece mentira. Me lo he estado negando hasta la fecha, pero no puedo más, he de reconocerlo: soy adicto a QUE LEER, esa revista (literaria) del corazón (literario) que tanto me desagrada.
En cuanto la he visto en el quiosco, he sentido que mis pulsaciones se aceleraban y mi cabeza descontrolaba.
He intentado resistirme como un jabato. He hojeado otras revistas de motos, de músculos, de jardines. Nada. He ido a la sección de sexo por si eso me distraía un poco. Nada.
Al final, he decidido caer (me ha parecido más rápido). La he cogido en mis manos y he pagado religiosamente (la próxima vez la mango).
Ahora comprendo a los enganchados al tabaco, a la cocaína, al juego y demás vicios (¿o placeres?).
¡Qué noche de cotilleos me espera!