
Imagen: @omurden (Unsplash)
Te has ido, como se van los últimos destellos
de este atardecer insoportable.
Entre el añil y el negro se desdibuja
este cuadro vacío sobre las horas.
Solo existes en los vagos recuerdos
de este espacio en medio de la nada.
Y tu último beso, apenas un roce, un sorbo gélido
de aquello a lo que ya ni le pusimos nombre.
Desde el páramo de este cuerpo que no resucita,
tu silencio me ha llamado a sus filas, impaciente.
Con furia ruge el viento, azotando la puerta
que has querido cerrar para siempre.
El alma es eterna, y así será mi dolor,
otro intento inútil de llorar sin gritar,
una vida rota, un nudo que ahoga.
Sin tu risa en mi espejo, ni mi nombre en tu boca.
Silencio.
© Nur C. Mallart
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