Foto: Franca Schinin
Le pregunté a Yuki si se encontraba mal. Si le ocurría algo,si quería tomar un refresco. Pero Yuki permanecia callada. Era un silencio elocuente, sugestivo. Yo, también callado, seguí con la mirada el rumbo que tomaba aquel silencio. Con el tiempo, uno aprende a esperar con paciencia a que esos indicios, todo eso que sólo está sugerido, cobren forma y se hagan realidad. Igual que cuando uno espera a que la pintura se seque.
Fragmento de Baila baila, baila de Haruki Murakamí