Revista Literatura
Se puede callar para no dañar a alguien, para buscar las palabras que más le alivien, por rencor, para mostrarle que no queremos compartir nada con él, para desconcertar al otro porque de ese modo ignora lo que pensamos y porque ante nuestro silencio se vuelve impotente. Con todo, el peor de los silencios es el interior, que provoca un sentimiento de vacío y desazón, y que se produce porque lo que se siente se reprime, se tiene hacia ello una crítica que no deja que esas ideas y afectos se hagan conscientes. (Isabel Menéndez/Mujer Hoy)Me ha gustado este párrafo sobre el silencio. Puede ser una virtud o un defecto. Elegante o grosero. Mudo o elocuente...Cuando esperas unas palabras de alguien y éste calla -por el motivo que sea- sobreviene la frustración. Puede que ocurra porque no tenga nada que decir, porque no encuentre la frase oportuna o, simplemente, porque no quiera hablarte. Cuánto se puede castigar al prójimo con un silencio...Yo tengo que aprender a guardar silencio cuando la verdad es tan obvia que no hace falta enmarcarla con palabras. Tengo que aprender a aceptar que el otro también es capaz de ver lo mismo que yo, sin que haga falta expresarlo. Tengo que asumir que existen silencios voluntarios, inicuos, que no demuestran sino la falta de inteligencia o de cooperación del silente. Y listo: no hay que dar más vueltas... Tanto cansa la persona excesivamente locuaz como el individuo permanentemente callado. ¿El término medio? Ahí radica la virtud, y ésta acompaña al ser humano tan escasas veces...¿Cómo os definiríais vosotros...?