LOS LATIDOS JUGARON A SER MONITORES DE PUENTING
La palabra prefirió unas vacaciones en el Klimanjaro,
mientras mi faringe, le encargó a una agencia de viajes
que le diseñara unos días en un clima casi desértico.
Quería huir del mar, ni siquiera él, gabinete de sombras,
hubiera podido soportar un instante más el de la tuya.
Escogí el Sahara para que sus tormentas de arena
le taparan la boca a la extravagancia,
y que el deseo loco de antes de la deserción
quedara escondido entre los tesoros de la jaimas
y no pudieras acusarme de ser la culpable de tu olvido.
Ahora sólo queda poner en venta sus antiguos gestos.
Las muecas de la pena acabaron por desentonar en una casa,
donde se jugaba al escondite con las sonrisas
para hacerle un favor a ese rostro Art Déco
que había dejado de pertenecernos.
Las ganas se hicieron corredores de Formula Uno,
escogieron el intrincado circuito de tus ojos.
Equivocaron la dirección,
la renuncia no estaba acariciando la línea de meta
y bajo sus ruedas quedaron impresos,
como premio póstumo, los despojos de la prisa.
Los latidos jugaron a ser monitores de puenting.
Pero en cada salto, como nadadores sin estilo definido,
fuimos perdiendo poder bajo el abrazo del vértigo.
Y en la hora de ojos muy abiertos,
cuando la eternidad es reclamada por los orates,
la huella roja de tu ausencia
dejó bien escrito en el último vértice:
Sin ti, se me abortó la vida.
Marian Raméntol
----------------------------------------------------
http://www.marianramentol.blogspot.com/Poema perteneciente al libro "Hay un Area de descanso un poco más abajo de mi vientre". Ediciones Atenas. 2006. Portada realizada por Rosa Buck.