Revista Literatura

«Siluetas», de Julián Sancha.

Publicado el 20 mayo 2019 por Marga @MdCala

Conozco a este singular gaditano del mundo llamado Julián Sancha desde hace bastantes años ya, aunque debo aclarar que la convivencia se ha limitado siempre al conocido como mundo virtual, muy real y auténtico para los que -como él y yo mismos- vivimos sumergidos en el fantástico universo que constituye la escritura, donde nada es y todo parece. Ahora, este filólogo polifacético, caótico, pícaro, políglota, cinéfilo, ácrata, romántico y esdrújulo todo él, por cuanto es capaz de acentuar hasta la introspección cada una de sus palabras en la mente del lector, publica su primer trabajo con formato de libro, y lo titula «Siluetas» (Ediciones En Huida), dibujando un compendio de introitos y cuentos cortos, que solo puedo adjetivar como magistrales.

«Siluetas», de Julián Sancha.

Con permiso del autor, enmarco algunas de sus Siluetas, y detallo mis impresiones:

«La vida es un error» describe, en forma epistolar, una relación fraterna al más noble nivel. Me sabe a amor que triunfa, a hombro que apoya, a esperanza que persiste, y a Año Nuevo que promete.

«La capacidad de amar» resume lo importante… ¡Y cómo lo resume! ¿Estamos capacitados para eso? ¿Para amar de verdad? Lo demás, que no te engañen, no cuenta.

«Despedidas» o imbricaciones de una persona en su entorno, y -como cantaba la sevillana- «ese vacío que deja… el amigo que se va…»

«La confianza»: civilización y barbarie. Cultura líquida. Libre interpretación. Deformidad individual. Siluetas…

«Moscas»: ¿Miedo a lo único? Amor fluido, deseo, venganza. Relato genial.

«Sobre bestias y dioses«: perita disertación sobre qué significa ser libre.

«La enfermedad como terapia»: Oxímoron de pleno significado.

«Los sueños de Sima»: la breve distancia entre lo tangible y lo onírico.

«Milagros»: los sucesos extraordinarios que nos rescatan de la muerte deben su realidad a la medicina y a la ciencia. También a las personas que las practican. Las justas gracias, siempre, a ellas.

«Reescritura»: escribir múltiple. Interrelación entre personaje y autor. El lector como último albañil y arquitecto de la obra.

«Uno nunca escribe solo»: la novela, como género literario, no sabe de respuestas, solo de preguntas. Queda el lector avisado.

«Autobús a ninguna parte»: la historia de un destino y dos personas. ¿Se puede escapar de lo inevitable?

«Café»: una palabra con aroma y sabor propios. El principio.

«Motivos de infelicidad»: Borges y el infortunio provechoso antes que la felicidad. Borges como ejemplo eterno.

«La felicidad de Laima»: o el encuentro con lo inesperado.

«El mundo privado»: somos perfectos extraños. Aproximación a la película. La sinceridad absoluta es innecesaria y cruel.

«Estoicismo»: vive o vive. Joder, ya.

«El caos»: ¿las eternas preguntas siguen sin respuesta? Veamos…

«Adán y el café»: la asunción de ateísmo considera la probabilidad de un dios. Plantea de forma tácita su discusión, aun cuando quiera servir para negarlo. Si algo no existe, ni siquiera ha lugar a mención, mucho menos a debate.

«Infortunio»: Lucinda y el maltrato, renegado por el propio espanto.

«Amour»: el verdadero sentimiento. Las agallas imprescindibles para amar de verdad, sin «postureos».

«Frialdad literaria»: Borges de nuevo y su intención de actualidad, de sencillez, que desemboca en genialidad. Impresiones erróneas.

«Sobre títeres y corazones rotos»: Unas palabras pronunciadas cualquier día pueden dejarnos tumbados en la cama (Sancha dixit)... El miedo tanto al compromiso como a la soledad, y la acostumbrada manipulación sobre el ser ¿amado?

«Merlín, Merlina y el amor»: una reeditada historia de monstruos. Eros contra Tánatos y sus consecuencias.

«La bailarina en la tierra de fuego»:reflexión novelada sobre lo tangible de la imaginación, y el desdibuje de las líneas preconcebidas. La subjetividad, tan única.

«Literatura y fantasía»: lo que cada cual ve. Nuestros sentidos que nos engañan. El autor que miente en cada escrito, incluso biográfico. Toda reproducción, aun basada en realidades, es mera impostura.

«La familia envejece»: emotivo recuerdo del abuelo, tan docto y generoso. La sucesión.

«Un hombre herido, tocado, casi muerto»: la guerra y la barbarie creada entre hermanos, que bien podría ser solo metafórica.

«El fin del mundo»: epílogo de «Siluetas» que recupera el protagonismo del amor sobre todas las cosas conocidas y por conocer.

Para resumir: un primer libro, «Siluetas», tan breve como intenso, tan complejo como cercano, y tan mágico como brutal, no apto para mentes cuadradas ni ánimos exiguos, sino para aquellos que quieran deleitarse con una lectura entroncada en los sentimientos, en cuestiones y órganos vitales, y en eso tan esencial que mueve y motiva, llamado amor. La escritura de un novel que nunca lo parece. No os lo perdáis: este será el primero de muchos, y -en su momento- pieza de colección.

Enhorabuena, Julián. Enhorabuena, Ediciones En Huida.

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