Revista Talentos

Sin disimulo

Publicado el 20 marzo 2015 por Isabel Topham
No puedo comprender la malicia de alguien para actuar en contra de nadie, y menos a quien no han visto reaccionar aún. Ni tampoco a aquellos que lamen todo su trasero por el miedo a su soledad. Estoy hablando de personas que pretenden ir de guays y no llegan ni a la suela del zapato de los demás. No me importa que os riáis de mí, al fin y al cabo es una manera grata de saber que no podéis vivir sin mí; como tampoco me importa que cada vez que pase por tu lado me desprecies con sólo mirarme regalándote toda mi indiferencia, pedazo de escoria. E ir corriendo detrás de otros (siempre y cuando notemos la presencia de alguien que nos proteja en caso de emergencia, claro) cuestionando por qué he salido una vez más, es de mala educación.
No creo que tenga ningún sentido el tener que ir pregonando lo que somos a los cuatro vientos, con tal de hacer acto de presencia en el mundo. Vivo, sin importar lo que piensen a diferencia que vosotros... que necesitáis que alguien os coma la mano para sentir ser alguien y que el mundo gire a vuestro alrededor. Os atribuís a vuestros nombres adjetivos tan sumamente grandes para vosotros que de ser una talla de pantalones, los iríais perdiendo por el camino. Claro, es verdad que os gusta enseñar el culo y que otros os lo laman de arriba a abajo. Comparto vuestra realidad en cuanto a pensar de esa manera pero, no asumiendo la misma que la del "puto amo" despreciando a todo aquel que no se encuentre a nuestra altura, o visión; de no poseer unas características superiores a lo que todos denominados "los" cánones de belleza que, por cierto, no existen. Éstos mismos los determina la sociedad poniendo sus propios límites, sin tener en cuenta que la belleza está en los ojos de quien mira. Imbéciles.
Por otra parte, no por el hecho de no ir llorando en público ni de ir contando mis penas a personas que incluso, desconozco y, por tanto, ni les va ni les viene lo que sienta en un determinado momento no tengo sentimientos que puedan destrozarme.Además de tener una mente muchísimo más rica y hábil que cualquiera de las vuestras, por mucho que dudes de mis conocimientos.
Las mismas personas que se despiden de alguien con tan hipócritas palabras y sonrisas más falsas que la vida de su sombra en la oscuridad, al igual que nada más encontrarnos al comienzo de la tarde... y sólo por querer no caer mal a nadie. Ya os lo he dicho, reíros de mí tan fuerte como yo os oiga porque quien no me importa difícilmente me hará daño. El interés en una amistad está en el precio que lleva implícito dicha relación, la vuestra no es más que la atención que me prestáis en momentos como ese.
Es irónico querer socializarte e ir expulsando a los demás del grupo, sin (apenas) motivos. Que, hasta me puede doler el hecho de habernos dejado de ver (obviamente, a ALGUNOS de vosotros) de haber compartido tantas tardes como risas juntos, y en quienes confié llamándoos amigos. Y, tenga que aguantar que vidas como las vuestras se esfumen de la mía simplemente por decidir relacionaros con gente que no merece ni las gracias. Personalmente, no tengo el derecho (ni nadie) a ejercer de padre o madre para decidir por nadie con quién o quién no se debe juntar alguien. Personas que tienen una vida más vacías de tener que aprovechar su tiempo en busca del mal ajeno, con tal de llenarla de alegría. Quienes fingen una llamada con una risa tonta y da los "buenos días" con la espalda, mostrando un mínimo de interés que no tiene, mientras te hablan de su vida y tus gustos cuando su único deseo que encuentran en ti es el de tus huellas en dirección opuesta a su destino. Espero que os arrepintáis lo suficiente como para extrañar a quien un día dejasteis marchar por las buenas, y burlándoos de su mala época.A todo cerdo le llega su San Martín, y que no os sorprenda si se ríen de vosotros al no tener a nadie más de quien pudiesen hacerlo antes; espero, y sólo espero, entonces que no tengáis la vergüenza (por mínima que sea) en exigirme lo que vosotros en su tiempo no me distéis.
Rezaré todos los días, a pesar de no creer en dios, para que personas como vosotros no encuentre trabajo en la vida; por el contrario, que tiemble el país entero. Futuros estudiantes de Derecho y Psicología que se dedican a humillar y mangonear a quien piensa de manera distinta a ellos, riéndose así mismo de las penas ajenas.
Actuando como si fuesen machos alfas (independientemente del género) siempre y cuando vayan en manadas. Por consiguiente, toda idea que proponga vuestro líder a vosotros (independientemente de si os parece lo moralmente correcto) asentís con la cabeza en silencio, en señal de que os parece bien.
No conocéis otra manera que la de lidiar con alguien a través del bloqueo personal internauta, con una paupérrima excusa en caso de emergencias.
Para qué interesarme por alguien que se queda a contemplar su sonrisa en mis peores momentos (o intentan hundirme más de lo que ya estoy) y me ladra en mis peores tempestades.
Por último, sólo me queda decir que puedo no ser como vosotros decís que sois; y cuando os vea comer la mierda que habéis sembrado del suelo y con lagrimones cayéndoos por ambas mejillas, podré no sentir ningún tipo de placer pero lo que sí que no sentiré será lástima o pena.
La vida pasa, el tiempo transcurre y las personas desaparecen si no las cuidas; al igual que ocurre con los momentos.
No seáis críos, por favor.
No confundamos la inocencia de alguien con la subnormalidad de uno mismo.
Por último, abrid vuestras pedazos de mentes, y actuad con cabeza (que no con ellas), estamos en pleno siglo veintiuno y, las opiniones son como los culos cada uno tiene el suyo.
Carta a un 24 de Enero de 2014.

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