Posted: 12 Aug 2017 07:13 PM PDT
Una vez, Buda iba andando de una ciudad a otra con unos cuantos de sus discípulos. En los primeros días de la caminata, pasaron por un río, pararon a descansar y entonces Buda le dijo a uno de sus discípulos que tenía mucha sed. “Estoy sediento, tráeme un poco de agua de ese río”.
El discípulo no lo dudó y se dirigió al río. Cuando se aproximaba vio que había varias personas que estaban lavando ropa. También se cercioró de que justo en ese momento cruzaban por allí unas cuantas personas montadas a caballo y como resultado el agua se tornó turbia y con fango.
El muchacho pensó: “¿Cómo voy a ofrecer esta agua para beber a mi maestro?”, así que volvió y le dijo a Buda: “El agua de ahí está sucia y fangosa, no creo que sea bueno beberla”.
Después de media hora, Buda le dijo al mismo discípulo que volviera al río y que le trajera agua para beber. El muchacho obediente volvió al lugar, aunque esta vez para su sorpresa el agua estaba totalmente clara. El fango se había asentado y el agua parecía perfecta para beber. No se lo pensó y llenó su cuenco y se lo llevó a su maestro.
Buda miró el agua y después al chico, y le dijo: “¿Viste lo que hiciste para limpiar el agua? Dejaste pasar el tiempo para que el fango se asentara y desapareciera, así obtuviste esta agua limpia y pura. Tu mente funciona así también; cuando todo esté mezclado y nada haya claro, deja pasar el tiempo… un poco de tiempo. Todo volverá a la calma… Por sí mismo sucederá… y todo sin esfuerzo alguno”.
Tener una mente clara y en paz no es trabajo de genios, sino que es un proceso que llega sin ningún esfuerzo. Solo hay que dejar pasar el tiempo y todo se asentará por sí mismo. Cuando hay paz dentro de ti, esa paz se expande hacia fuera, se extiende a tu alrededor tanto que la gente siente esa paz y esa bendición.
Sabiduría Zen