Solo cuando extrajo su jugo, pudo fluir un mayúsculo torrente de lágrimas en negrita.
Tras el último beso del adiós, se le quedó atravesado su nombre en la boca. Lo paladeó y empezó a morderlo fuerte hasta desmontar sus apretadas sílabas. Al masticar brotaron una por una todas las letras.
Solo cuando extrajo su jugo, pudo fluir un mayúsculo torrente de lágrimas en negrita.
Solo cuando extrajo su jugo, pudo fluir un mayúsculo torrente de lágrimas en negrita.