Otra vez viene; otra vez con esas pastillas. Quiere tenerme drogado para hacer conmigo experimentos; lo sé. Sí, se parece a mi mujer, pero no es ella; no se parecen en nada, solo en el aspecto. –Debes tomarme el tratamiento –dice con esa maldita voz tan dulce. Como la de mi esposa. No quiero tomarlas, no me hacen falta; dice que estoy loco, pero es porque la he descubierto; no es humana; quiere estudiarme, pero no me dejaré; no dejaré que me haga una lobotomía para que sea su esclavo.Cree que porque me ponga un vaso de leche con las pastillas me las voy a tomar; me beberé el vaso de leche y las pastillas las esconderé.Todos dicen que es mi mujer, incluso ese maldito psiquiatra, que le cree a ella y no a mí; y me receta tantas pastillas.Dice que tengo el síndrome de Capgras. Eso significa, que según ellos estoy loco, porque creo que mi mujer ha sido suplantada por una extraterrestre idéntica a ella, pero conozco perfectamente a mi esposa y sé que no es ella. Sí, son completamente iguales, se comportan igual, incluso su olor corporal es el mismo, pero no es ella.No debía haber tomado la leche; esta vez me ha engañado; tengo sueño, estoy completamente relajado; no consigo mantener los ojos abiertos. Me ha echado el medicamento en el vaso. Esta vez ha sido más lista que yo. Intento abrir los ojos, pero solo consigo un rápido parpadeo y caigo a los pies de Morfeo.
No sé cuánto tiempo tiempo ha pasado; ni dónde estoy. Solo veo unas potentes luces; tengo frio y hambre; tengo un nudo en el estomago por el miedo.Oigo a alguien hablar; no entiendo lo que están diciendo; es una lengua incomprensible para mí. No es un idioma de la tierra. Las voces se acercan; no veo quien es, solo veo las luces. Intento erguirme; mis músculos no me responden. No puedo moverme. Quiero volver a dormir. Tiene que ser un sueño. No puedo cerrar los ojos; la blancura de las luces me hace daño, me está quemando las corneas. Pierdo el sentido y me desmayo.
Abro los ojos; veo su mirada clavada en mí; esos ojos de los que me enamoré hace tiempo, pero que no son los de ella. Me mira y me besa la frente. No sé, ¿Y si lleva razón y estoy esquizofrénico? Ella me quiere y no quiere hacerme daño; siempre me amó más que a ella misma, pero, ¿Cómo puedo saber si estoy en lo cierto?Me trae las pastillas y el vaso de leche; tal vez, si me tomo la medicación pueda aclarar mis ideas.Decido tomarlas. Todo me da vueltas; intento levantarme, pero caigo al suelo sin sentido.
Despierto; oigo su voz, está de espaldas a mí cantando nuestra canción. Todo ha sido una maldita pesadilla.Intento levantarme de la cama, pero no es mi cama; es una especie de camilla de hospital. Noto sondas clavadas por todo mi cuerpo; intento gritar; un tubo introducido en mi garganta me lo impide.Ella se gira; me mira fijamente; sus ojos se ponen en blanco y de su boca sale una especie de aguijón que se clava en mi estomago.Yo tenía razón; no tenía el síndrome de Capgras, pero ya es demasiado tarde.