No me cabe en la cabeza que ustedes, compatriotas a quienes les ha tocado soportar con estoicismo múltiples manifestaciones de indiferencia del Estado de Colombia, hoy reciban con las alfombras más finas, con bandas de guerra, con los mejores platos de la región, con los mejores elogios y apologías, a quienes han sido sus victimarios. ¡Pachuchito que sí!, causó risa, pero desde luego que más tristeza, ver a gran cantidad de habitantes de la Isla cómo se rendían ante los pies de el señor de las sombras -Álvaro Uribe Vélez-, quien fue su verdugo durante ocho años (óigase bien, ocho años consecutivos); pues, nunca, como tampoco lo han hecho otros gobernantes (no es invento mío, así lo saben ustedes, así lo registra la Historia), les tendió la mano como lo merecen. ¿O es que acaso sienten que sí les atendió sus múltiples necesidades, por el hecho de que alguna vez dispuso que el tradicional desfile del 20 de julio se realizara una vez en San Andrés?
No entiendo cómo es que le comen cuento a quien hoy dice una cosa, y al rato otra. ¿Le creen a un camaleón que el día del fallo de La Haya dijo que había que desacatarlo, y que al poco tiempo manifestó que la opción era consultar al pueblo al respecto?, ¿tienen confianza ustedes, hermanos, en el culebrero más experimentado que ha dado Antioquia, Colombia entera? Me imaginó que en su reciente visita no les llevó ni un confite; sólo les dio un espaldarazo hipócrita en señal de solidaridad, de patriotismo; y les habrá dicho: "Compatriotas, he venido aquí a este negro territorio paradisíaco de la patria, a manifestarles mi solidaridad inquebrantable. Admito que durante mis ocho años de desgobierno no les di lo que pedían, lo que se sabe que requieren; no obstante, tengan la certeza de que todo lo tendrán ahora cuando con vuestro respaldo absoluto llegaré al Senado, en las próximas elecciones; o cuando regrese a la Casa de Nari; o cuando alguno de mis hijos, sea Tom o sea Jerry, llegue allá; o cuando me siga los pasos alguno de mis buenos muchachos, ¡inmaculados como ningunos! Si no los menciono es porque la lista es más larga que el mar que se robó La Haya para entregárselo al guerrillero Orteguita. Mientras tanto, sigan alborotados, que ese marica de Ortega no se saldrá con las suyas; y si es que ese pendejito compinche de Chávez y de Correa amenaza con guerra, bastará con mandarles las BACRIM".
Brothers Islanders, al tiempo que Uribe les decía lo anterior con megáfono en mano, manifestaba, sin que ustedes lo escucharan -pues estaban obnubilados por la emoción que produce tener al lado al mismísimo mesías-: "Pobres negritos estúpidos, a los que con la mera mirada de loco les digo: Quietecitos ahí; así como siempre he dicho: ¡Quieta, Margarita!... ¡Ja, je, ji, jo ju! Supongo que debe estar el traidor del Santos muerto de la rabia porque vine a hacerle contrapeso en este queridísimo confín de la patria... ¡Ju, jo, ji, je, ja!".
Conste que esto no es invento mío, así lo registraron los medios de comunicación (la visita fue ayer viernes 23 de noviembre de 2012, y lo pasearon por todo el territorio; incluyendo los 75 mil kilómetros de mar que ahora le regalaron de un plumazo a Nicaragua). Esto me hace proponer que, en lugar de desplegar esfuerzos reclamando el desacato del fallo, mejor se utilicen esas energías para pedir que Santos renuncie, y que lo remplace Uribe.
La verdad, no sé si ustedes estén dispuestos, hermanos de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, a votar por Uribe, para lo que sea (últimamente ha dicho hasta que le gustaría ser presidente de la Corte Penal Internacional, la que juzga los crímenes de lesa humanidad, ¡¿habráse visto!?). Yo, con los ojos cerrados lo haré cuantas veces sea posible, así me claven a la guandoca por fraude electoral. Desde ya invito a quienes deseen respaldar al mejor presidente que ha tenido Colombia en toda su Historia de Desmemoria, para que se aprendan (nos aprendamos) a la perfección la consigna de campaña:
Uribe otra vez,
Hijo y padre de San Andrés.
Se siente, se vive,
Que siempre viva Uribe.
Si la mecha está prendida,
No habrá causa perdida.
Estas cosas pueden sonar duras, pero es que también me hallo emputecido; por las maniobras farisaicas de los oportunistas, como también porque nuestras gentes isleñas, raizales y continentales, se dejan meter los dedos en la boca, como si nada. Así no es, hermanos. ¡Ojo pelao!, pidan que les jalen al respetico.
Ahora San Andrés se ha puesto de moda con ocasión del fallo de la Corte Internacional de Justicia. Todo el mundo, en todo el Mundo, habla de San Andrés. Hoy hasta los perros y gatos de todos los rincones de Colombia somos sanandresanos. Ojalá esto sirva para que por esta temporada decembrina que se avecina, y por siempre, el turismo hacia el archipiélago se incremente, para que la gente tenga posibilidades de mejorar de este modo su economía formal e informal; no importa que sea por mera curiosidad, con el propósito de saber dónde es que queda ese territorio al que de un plumazo lo dejaron sin 75 mil kilómetros de mar.
En efecto, diariamente están llegando a San Andrés politiqueros de todas partes de Colombia, pus saben que hay que aprovechar estos momentos de efervescencia y calor para tratar de traducir sus visitas en eventuales respaldos electorales.
Uribe aprovecha al máximo lo de San Andrés para beneficiarse en su próxima aspiración al Senado. Santos, mientras tanto, sabe esto, entonces trata de acomodarse a lo que piensa Uribe del fallo: No acatarlo. Uribe se mantiene en esta postura con la finalidad de que todo quede servido para indescartables choques con su archienemigo Ortega; lo cual, igualmente, es darles contentillo a los isleños, que no desean que el fallo sea cumplido, en una actitud de puro nacionalismo hipócrita de parte de él.
El Gobierno Colombiano, indudablemente, está jugando con dos caras: Por un lado deja entrever que cumplirá el fallo cuando se les garantice a los sanandresanos unas medidas que compensen lo que significa perder 75 mil kilómetros de mar. Pero, al mismo tiempo, manifiesta que no se puede acatar un fallo abiertamente arbitrario, anunciando que se hará hasta lo imposible para que definitivamente Colombia no pierda su mar. ¿Entonces a qué se juega? Insisto en que mal ejemplo se le da a Colombia y al Mundo al pretender no acatar un fallo, luego de voluntariamente haberse sometido a las reglas de juego de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Me parece que es cosa de atarvanes no reconocer una decisión en tal sentido, pues demuestra tal actitud que no se sabe perder. Las derrotas, ¿quién dijo que no?, podemos convertirlas en triunfos.
No obstante de que soy de quienes afirman que el fallo hay que acatarlo, no me parece del todo mal que Colombia busque algunos mecanismos que, eventualmente, pudieran obligar a una revisión del fallo, de tal modo que las afectaciones al menos pudieran mitigarse.; algo que, según dicen los entendidos en el asunto, es poco probable. Lo cierto es que Colombia hasta ahora, cuando ha dado muestras de no querer acatar el fallo, está quedando mal parada ante la comunidad internacional; y lo estará, con más veras, si definitivamente decide no obedecer el fallo en mención, expuesta a eventuales sanciones económicas y políticas, además del desprestigio que se gana cuando se les pone conejo a las leyes internacionales.
Ojalá el Gobierno de Colombia, en lugar de estar creando caos sobre el caos, con argumentos extremadamente pasionales, se preñe de sensatez para hacerle frente a las consecuencias funestas del fallo; y mirar, con voluntad política honesta, cómo atender las necesidades de la gente del Departamento de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. El tiempo dirá si la cura funciona, o si resulta peor que la enfermedad.
Finalmente el Gobierno de Colombia ha manifestado (el 28 de noviembre de 2012) que se retira del Pacto de Bogotá, instrumento que reconoce la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Hay muchas coincidencias en el sentido de que es una medida acertada. No obstante, se debe tener en cuenta que dicho retiro empieza a operar un año después de haberse transmitido la intención de retiro.
Es decir, todavía en este lapso Colombia puede ser objeto de demandas, que tendrían que ser definidas por La Haya. Toca esperar, entonces, noticias al respecto; pues no se descarta que Nicaragua y otros países puedan presentar pretensiones de quedarse con otros territorios colombianos.