Revista Literatura

Siri Hustvedt: 1 poema:

Publicado el 12 marzo 2014 por David David González

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SOBRE el garaje miré las cosas que mi padre había dejado en un baúl marrón con correas de cuero. Era de Rolf Jensen, el hombre que amaba a mi padre y trabajaba en el sanatorio. Le llevó a la feria estatal y le regaló botas por Navidad, botas altas, cuanto más altas mejor, ocho, diez, doce pulgadas, para lucirlas en el colegio, y dentro del baúl había cuadernos con garabatos infantiles y un proyecto con ocho tipos de madera montado sobre cartón pesado con la firma de mi padre, ahora muy cambiada, como la mía había cambiado más y más para parecerse a la suya con inconsciente precisión, justo como la vez que me giré hacia el espejo y por unos segundos vi su cara en mi perfil, la hija de un hombre particular con la misma nariz, la misma escritura y los mismos nervios. Entre el viejo lavadero de rodillo y tabla, y varias sillas rotas, levanté cada uno de los objetos hacia la luz tenue que se colaba a través de una grieta en la pared. Puede que hubiera algo revelador, un mueble o un libro, algo que se pudiera rescatar del polvo. Había un uniforme del ejército con medallas de las que yo no sabía nada, de Japón, Nueva Guinea y las Filipinas. Mi abuela dice que la noche antes de que reclutaran a mi padre, él se le apareció en un sueño. Ella también oye a mi abuelo, que lleva muerto desde enero de 1973. Dice que lo escucha en la casa, en la vieja casa donde todavía pasa los veranos, que ha cambiado desde que los ladrones entraron el verano pasado. Rompieron las ventanas e intentaron prender fuego a las sábanas. Había queroseno derramado por las camas. Creo que entonces todo acabó para ella. Perdió la casa en esa interrupción de la memoria.
Siri Hustvedt, (en Leer para ti).
Traducción de Julia Piera y Chiara Merino.

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