Podría decirse que Sistema nervioso es la enésima crónica familiar que se escribe en Chile, una novela que se adentra en los sombríos y a menudo hirientes recovecos de la historia de su respectiva familia protagonista, un tópico bastante común en cierta generación literaria chilensis (hace no taaaanto comentábamos El sistema del tacto, de Alejandra Costamagna, claro ejemplo de lo que apunto, y compañera generacional, como Nona Fernández también, de quien no hemos comentado nada aunque sí hemos leído profusamente en períodos anteriores), pero lo cierto es que la novela de Lina Meruane tiene numerosos elementos a su favor que la hacen destacar, diferenciarse y, sobre todo, aportar su grado de frescura y originalidad, aunque el estilo y la forma de esta novela se asemeje bastante a la propuesta literaria de Diamela Eltit, si bien la sustancia o contenido de la narrativa de Eltit es diferente. Como sea, entremos en ello.Sistema nervioso es una crónica familiar, sí. Pero no es un relato naturalista o costumbrista o realista, tampoco adopta una perspectiva social o política, no necesaria ni forzosamente. La novela de Meruane es más bien atmosférica, algo espectral, onírica incluso, ciertamente alegórica. Es una novela sobre asuntos más o menos simples, corrientes, cotidianos, que también remiten (posiblemente) a temas o tópicos de mayor envergadura y dimensión, albergando significados escondidos que sin embargo están muy a flor de piel. El título es un gran indicador de aquello: ¿a qué sistema nervioso se refiere? Al de la protagonista, una profesora de astronomía que no puede terminar una tesis sobre asuntos cósmicos (el universo, los agujeros negros, las estrellas, los planetas, las distancias siderales), que un buen día comienza a sufrir adormecimientos en su brazo, en su mano, en su cuello, en parte de su rostro... Una falla en su sistema nervioso. Pero podría ser el sistema de este núcleo familiar, una familia de médicos que conoce de cerca los malestares y pesares y padecimientos y enfermedades que puede sufrir el cuerpo humano, el cuerpo de un individuo, un cuerpo mayor y colectivo, una familia de historia convulsa marcada por la muerte dentro de su núcleo y fuera de él. Podría ser el sistema nervioso de un país que no tiene nombre pero que intuimos cuál es, un país que es como un universo con agujeros negros y cuerpos celestes muertos y luces fantasmales, un país que es como un cuerpo que batalla consigo mismo porque también le falla el sistema inmune. ¿Captan más o menos por dónde va la cosa? Es una historia en particular que es a la vez una historia más grande, y que sin embargo no se siente ni confusa, ni dispersa ni desdibujada, aunque es cierto que hay pequeños fragmentos (y el segundo capítulo, "estallido", centrado en un personaje ajeno al núcleo familiar) que rayan en una innecesaria trivialidad. Es una historia que narra con precisión y bastante rotundidad angustias y frustraciones personales e individuales, también familiares, también sociales y colectivas. Su intenso juego de espejos, más que un laberinto, es una despojada correspondencia de heridas y revelaciones: la desnuda imagen multiplicada que proviene de un único origen: eso que no tiene nombre. Sus paralelismos resultan estimulantes y es como un misterio sin misterio, un enigma o un acertijo vital que no pide solución, sólo inmersión en su pesada y reveladora atmósfera. Un ejercicio de hablar-sin-hablar-de-ello mucho más coherente y logrado, por ejemplo, que Ruido, esa truculenta nadería de Álvaro Bisama.Sistema nervioso, entonces, es una novela que funciona tanto en su nivel más aparente, es decir en el relato de esta mujer y su familia, cada uno padeciendo distintos males y enfermedades, nosotros siguiendo de cerca la manera en que cada uno debe enfrentarlos, juntos o separados, y también en su nivel más soterrado y atmosférico, cósmico, esotérico, alegórico, que no es el colmo de la originalidad o de la complejidad o de la profundidad, pero que, oigan, transmite y expresa lo que pretende transmitir y expresar: que el universo es grande y pequeño a la vez, que somos uno y somos todos, que somos cura y enfermedad, y así podría continuar... Que somos todo y somos nada, que somos vacío y materia, que somos verdad y somos falsedad. Como una pesadilla (pero de las reales, que ocurren mientras dormimos) a la que uno se acostumbra casi como si estuviera despierto.En cualquier caso, si pueden hacerse con un ejemplar de Sistema nervioso, no lo duden y háganse con uno. A mí, ciertamente, me ha gustado esta lectura y al menos, al ser la primera novela suya que leemos, me deja gratas impresiones sobre Meruane, que sin duda, a diferencia de otras propuestas más jóvenes y recientes, sí tiene cosas que decir más allá de lo obvio/típico y sí tiene un estilo propio que potencie su indudable mirada, su innegable voz. Y en el panorama chilensis siempre se agradece alguien que no quiera escribir como todos los demás.
Tan sólo dos préstamos en un año y medio. Denle una oportunidad, Sistema nervioso no los dejará indiferentes. Por lo demás, al ser sólo dos timbrados al menos pudieron hacerlo con orden y prolijidad. ¡Milagro!