Alguien habrá curioseado, digo yo, por los "Sitios de interés" que aparecen en la columna izquierda de este blog mío y del invidente que siempre me acompaña (un ciego, por cierto, que poco a poco me va robando protagonismo pues ya hay personas que me preguntan por él, seguramente hartas de mí, de estas dispersiones y revoltijos o laberintos o involuntarias invitaciones a no seguirme; no soy amable con mis lectores, bien lo sé desde siempre, pero me salen así los textos o no me salen, y, con todo, a otros les ha ido peor aunque vayan al grano desde un principio y no critiquen tanto a los poderosos sin corazón, impíos, el Dios de los creyentes entre ellos, que, de existir, no tendría perdón de hombre o mujer ni mucho menos de niña o niño aunque los infantes perdonen y vuelvan a perdonar, como esos perros apaleados una y otra vez por el amo que, no obstante, adoran al dueño cabrón).
Son, por supuesto, "mis" sitios de interés, los de algún modo relacionados conmigo más directamente: asociaciones a las que pertenezco, editoriales que han publicado algunos de mis libros, enlaces hacia sitios web de personas admirables que me siguen (procuro seguir a quienes me siguen, qué menos, muy limitada, por ahora, esa lista y yo tan injusto por ello, como cuando me toca nominar y no altero en demasía las posibles normas del reconocimiento con un exceso tentador y, desde luego, bienintencionado) o conexiones hacia algunos retiros espirituales donde algo se puede aprender sin necesidad de pasar por caja.
"Me exasperas, te lo juro".
"¿Vienes a robarme audiencia, ciego?".
"De ser así, por algo será".
"Porque a ti no te conocen".
"¿Te conocen a ti? Aunque a veces se te vea el plumero, endulzas lo que escribes aquí, te muestras distinto al de muchos de tus relatos, donde, por ejemplo, matas a diestro y siniestro, tan verdugo con tus personajes como la muerte con nosotros".
"Esos relatos son de sus personajes, no míos, y si ellos, los personajes, se empeñan en morir... Además, ahora mato poco, casi nada. Creo recordar que llevo unos dos años sin cargarme a nadie, perdonando vidas de papel o vidas electrónicas".
"¡Y un huevo!, como me contestaste a mí no hace mucho en este mismo sitio, a saber dónde está esa entrada en este laberinto tuyo".
"¿Me permites ir al grano o no? ¿No era eso lo que te exasperaba?".
"Venga, tira, bien veremos dónde acabas".
"Lo sabes de sobra".
"No, contigo nunca se sabe ni se sabrá porque terminas haciendo lo que te sale de lo que te cuelga; acuérdate, si no, de que casi acabas en la cárcel por alimentar lo que te nutría el alma, no el cuerpo, como vas diciendo por ahí; tu supuesto don una maldición en realidad y tu pasión una enfermedad no menos real".
En esos sitios de interés (míos) está el del escritor y articulista Javier Marías, que tiene a bien compartir en WordPress los textos que publica en el País Semanal (incorporados al blog, claro está, por su secretaria o secretario, quien también alimenta esas páginas web con noticias o publicidad acerca de su empleador y de sus obras, como no podía ser de otro modo).
El caso es que en su penúltimo artículo le di al "me gusta" sin que me gustara verdaderamente, como suelen hacer algunos y algunas aunque no sepan ni les importe de qué va una determinada entrada (mejor pensar que son píos esos falsos "me gusta" en vez de creer que se trata de pretendidos quid pro quo); pulsé en el lugar destinado al efecto, acostumbrado a que luego apareciera el correspondiente Comment on this post? para hacer algunas observaciones, pero nada, no apareció (tomé nota, un error puede disculparse, su repetición ya es más difícil de justificar), así que escribo en mi blog (ampliado) lo que en el suyo no pude escribir.
Concluye, resume su artículo con estas palabras:
A mí me deprime, me provoca vergüenza retrospectiva y presente, y hace que me pese el ánimo, al comprobar con mis ojos que nuestro país ha preferido siempre -aún más hoy, si cabe- lo chocarrero y lo cursi, el trazo grueso, la coz, lo tabernario, la astracanada y el chascarrillo penoso (tan "transgeneracional" todo ello que hasta lo practican nuestros más nuevos políticos). Como tantas veces se me ha dicho, debo de ser un español traidor, porque rara vez he sonreído con el chiste nacional, desde Berlanga. Y con él no siempre, ni mucho menos. (Javier Marías, El País Semanal, 6 de septiembre de 2015)A Javier Marías le atrae tanto la cultura anglosajona que hasta en sus novelas emplea las comillas inglesas (su orden: ', ", ") en lugar de las españolas (inverso el orden si dentro de las comillas iniciales hay nuevas comillas, como en su día me explicó Javier Lasheras, que también está en mis sitios de interés). No es de extrañar, por tanto, que le disguste la televisión, el cine y, por lo que cuenta, lo M ade in Spain en general.
¿Español traidor? No, eso no, Marías; los gustos son los gustos, y nada más que eso mientras sean lícitos.
En cuanto a tu sonrisa, no me parece que seas una persona que sonríe mucho con nada, ni aquí ni en Londres, donde también tienen, por ejemplo, a su exitoso Mr. Bean, que no se te olvide. Son buenas tus novelas, sí, Corazón tan blanco, por citar una, cuyo título ya delata tus preferencias, pero aún serían mejores (para mi gusto, lícito, creo) si los personajes de tus relatos "sonrieran" un poco más.
Si te deprime Sálvame, haz como yo: apaga el televisor o cambia de canal, o elige una televisión inglesa, donde, cuidado, puedes hallar programas parecidos e igualmente exitosos, mal que nos pese.
En cuanto a las reiteradas apariciones televisivas de Umbral y Cela (cuántos maestros míos muertos ya, al recordarlos me percato de los años que he cumplido mejor que al mirarme en un espejo), ¿no debe continuar el espectáculo? Ellos lo sabían, Marías; sabían que debe continuar el espectáculo y lo nutrían para aparecer una y otra vez en televisión en nombre de sus libros y de su propio brillo o fama, histriones muy inteligentes, no te quepa duda. ¿No iba a saberlo alguien que escribió Mortal y rosa, en cada una de sus páginas el dolor intacto, la amargura, el desgarro descomunal e irreparable de un padre tras el fallecimiento de su hijo, de ese infante desangrado por la leucemia, un articulista extraordinario además el Umbral? ¿No iba a saberlo el Cela de La colmena y del premio Nobel?
En definitiva, si esas constantes de nuestra sociedad tanto te perjudican, no pidas cambios tal vez imposibles; cambia, sencillamente, de residencia, de país: tú sí puedes elegir otras constantes o esperpentos que no te ofendan.
13 de septiembre, 2015
Tal como anunciabas, acaba de llegarme (gracias) la segunda parte de tu artículo tras mandar como coartada la primera. Sí, un nuevo esperpento el de Mas y compañía. Pero es lo que hay por aquí. O lo tomas o lo dejas, insisto. Por mucho menos se iniciaron y se inician guerras de plomo y de ira, algo que en la actualidad española parece altamente improbable, tan destructoras las armas de unos y otros (me refiero a las bombas de quienes gobiernan de verdad el mundo, no a las nuestras; ni petróleo tenemos nosotros, no les interesamos por tanto, no sembrarán cizaña ni nos prestarán misiles en estas disputas o disparates que de cuando en cuando se nos ocurren a los medio pobres), tan incontrolables esas armas que, mira tú por dónde, su propia fuerza las inutiliza una vez llegada la hora de pensar a lo bestia, algo siempre atractivo para el ser humano (de nuevo aquí el quid pro quo de antes, ahora belicoso, tan amenazante que hoy se ha convertido en protector cuando empieza a aburrirnos la paz, cuando se nos antoja más interesante lo que no tenemos que lo que sí tenemos). Quedémonos con eso, Marías, con que es prácticamente imposible un conflicto armado en estas tierras tan visitadas por los turistas extranjeros ("¡Cataluña la más visitada, ladrones!", "Anda y que te den, Mas, para lo que te interesa eres el primero en hablar en español, como el Junqueras y cía").
Algo es algo, digo yo, aunque me fastidian bastante, la verdad, estos embaucadores que únicamente piensan en ellos mismos o con un culo por cerebro, tan sorprendente para mí que tengan tantos seguidores ("¡Porque no conoces la realidad catalana!", "De acuerdo, Mas, pero calla, por favor, que yo ya tengo bastante con mi invidente") como el hecho de que tú no sonrías ni un poquito siquiera con algunas películas de Alfredo Landa: tal vez se deba a que eres demasiado culto y ya no pisas el mismo suelo por donde andamos o nos arrastramos la mayoría, incluidos los sabios.
En tal caso, te recuerdo lo de antes: conoces bien el camino hacia Oxford y Cambridge y eres libre y no cobras una miseria por trabajar diez horas al día. ¡Adelante, Marías, no te quedes con las ganas, que aquí hay lo que hay y no hay más!
("¿Recapacitaste?", "No, no te llamé a ti, este es un "más", mira, fíjate bien, con minúscula y con tilde")
Enseguida, en cuanto acabe con lo mío. le doy a un verdadero "me gusta" en tu entrada reciente aunque no permitas comentarios o ignore yo dónde puñetas se ponen en tu blog (o en el de tu secretaria o secretario).
"¡Rogelio!".
Nada, ahora que lo necesito, no aparece el ciego por ningún lado.
"¡Rogelio!".
"¡Qué!".
"¡Dónde estás, demonios!".
"¡Vaciando el vientre!".
"¡Ah! ¡Oye, voy a decir cómo te llamas; además, pasarás a ser mi nuevo secretario y te ocuparás, entre otras funciones capitales, de atender los comentarios que yo sí permito y agradezco!".
"¡No, nada de ser tu secretario, que tú no eres Javier Marías, mamón! ¡Y ni se te ocurra poner ahí, en esos líos tuyos, mi nombre!".
"¡Vale, vale, como quieras!".