De su murmullo, su aurora.
Del olor de su piel, el recuerdo de su aroma que anda por los tiempos y los lugares como la luz que el futuro alumbra y sobre quien el pasado descansa.
Qué ríos que somos, qué silencios.
De callarme cada lágrima
de sumergirme en cada risa
de cuando reíamos
de cuando el camino estaba afuera
entre los matorrales
y no sobre una alfombra invisible
pesada con el polvo del encierro de las horas
De su memoria, sus miradasLa callada espera que esperamosen el ahogo de los días desviadospor las cortinas
Se sumerge la vida en las distanciasde su propial piel