Revista Talentos

Soberbios mirando berrinche

Publicado el 03 septiembre 2017 por Sylvia
No sabes qué le pasa a ese niño que está portándose fatal. No sabes cómo son las cosas en su casa, qué está pasando con sus papás, cuánta estructura hay en su vida o cómo rayos han sido las cosas ese día, esa semana. No sabes qué pasa con ese adulto ahí: no sabes cuánto y desde cuándo ha intentado enseñar a la criatura qué está bien y qué no. Qué estúpida tu conclusión de que no hace nada porque "nada" es lo que alcanzas a ver desde tu ángulo, en esos cinco minutos en los que según tú has reunido material suficiente para juzgar "el caso". ¿Cómo qué autoridad tienes, desde qué ámbito, para hacer de juez? ¿Cuál fue tu entrenamiento o capacitación, certificado por quiénes, para saber qué hacer con la vida de los demás y específicamente, con el niño berrinchudo? Porque la gente acepta que de física nuclear no sabe nada, que de hecho ni las matemáticas de secundaria le quedaron claras, pero para hacer de psicólogos, psicoanalistas, pedagogos, filósofos, educadores y demás, muchos parecen tener posdoctorados con títulos emitidos por Dios Padre. Y a veces: no tienes ni puta idea. No sabes cómo andan las hormonas de ese niño, no sabes cómo funciona su cerebro, no sabes con qué le medican ni cuánto estrés ha pasado o está pasando. Y por supuesto, no sabes que es una grosería quedarte mirando a los demás, ni que es una falta de respeto aleccionar a otro adulto, aunque no le sueltes la lección a la cara.
"Por eso están como están", "si yo hubiera hecho una escena de esas...", "antes, nunca se veía algo así". "Con una mirada entendían". ¡¿Pero si estamos hablando del mismo planeta?! ¿Del mismo país? Porque esas generaciones "bien educadas" dejan mucho, muchísimo qué desear en cuánto a cómo se portan como personas adultas, como manejan sus relaciones y cómo hacen funcionar al mundo; de hecho, bastantes personas se portan como la mierda, ensuciando todo. Si estás tan bien con todas las nalgadas a tiempo que te dieron y con todos los gritos y castigos que eran justos y necesarios, ¿cómo es que no hay compasión ni empatía en tu mirada de un cuadro en el que evidentemente hay un adulto pasándola mal y un niño pasándola terrible? Si estás tan bien, ¿cómo es que descalificas desde la tentativa de un modo respetuoso y amoroso de tratar a alguien? ¡Alguien que además es un niño! Creo que aparte de todo lo que no sabes de los demás, no sabes ni cómo estás, porque alguien que está "muy bien" tiene interés en relacionarse de la mejor manera con las personas, incluyendo a las personas que son niños y niñas no apacibles ni dóciles. Y por cierto, no pone en primer lugar que la criatura represente bien el papel de gente civilizada, ni que el jaleo desaparezca para no sentir molestia: lo que pone en primer lugar es el malestar por el que está pasando. ¡Claro que a todos nos fastidian los gritos y los llantos! Pero, ¿cómo para que no puedas controlarte? A ver quién necesita mejor educación...
Esto no va para las personas que, en general, critican a los papás que hacen o dejan de hacer, mucho menos a los que se quejan porque son afectados por cachorros humanos sueltos en lugares públicos -faltaría más-. Tampoco va para quienes están convencidos de que gritar o castigar son "males necesarios", incluidos manazos y otras cosas. La cosa es contra la soberbia: ese veneno que no te deja ver que tus supuestos son nada más eso y que lo más seguro es que haya cosas que no sabes. Ni siquiera es contra el postureo de quien quiere arreglar el mundo, a veces hasta ingenuo. Es contra la vileza (a veces la soberbia da ese fruto).
Silvia Parque

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