Hay que aprender cómo funcionan las cosas. Si una quiere que le vaya bien, más vale actuar de modo congruente a la lógica de eso en lo que una quiere intervenir, o en lo que una está metida.
A menudo sucedía algo como lo siguiente con los estudiantes:
Encargas un trabajo que vas a calificar con dos criterios: A y B, y ellos hacen un magnífico trabajo según los criterios X y Z. No han atendido a los criterios que les diste. Por pura suerte, el trabajo no está tan mal en cuanto a A, pero es pésimo en cuanto a B. Tendrán una mala calificación y usualmente dirán algo como: "¡Pero me esforcé mucho en X!" "¡Mire la calidad de Z!" Nada más que no se trataba ni de X, ni de Z, sino de A y B.
Así en la vida. En los negocios, en el quehacer de la casa, con los hijos, en todo. Es especialmente sorprendente cuando se inicia una relación personal con Dios, porque hay que aprender que su "lógica" no es la del mundo.
Silvia Parque