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Hace unos días Javier Arenas decía: "Sólo Zoido debe decidir los plazos para designar candidato a la Presidencia de la Junta de Andalucía". Estas palabras del dirigente popular me dieron mucho que pensar y constataron, una vez más, la poca democracia interna que existe en nuestros partidos políticos. Porque no solo estas manifestaciones se escuchan en el Partido Popular, sino que son habituales en la gran mayoría de las organizaciones políticas. Otro ejemplo es el de Rubalcaba diciendo que él decidirá cuándo se han de celebrar las primarias del PSOE. Nuestra Constitución, en su artículo 6 preceptúa que la estructura interna y funcionamiento de los partidos políticos deberán ser democráticos; (en el mismo sentido el artículo 7 habla para sindicatos de trabajadores y asociaciones empresariales), cosa que parece no se cumple en las palabras del Sr. Arenas. Lo que constatan estas manifestaciones es algo que ya sabemos, que los ciudadanos sufrimos, la falta de democracia interna de los partidos políticos. ¿Cómo queremos que exista una verdadera democracia en España cuando sus partidos no lo son? En España los dirigentes políticos están acostumbrados a hacer de su capa un sayo, a hacer y deshacer a su antojo, y eso se hace palpable en sus declaraciones, como en las que he apuntado de Javier Arenas. Además, los partidos políticos tienen numerosos órganos que se supone son los que deciden sobre las cuestiones importantes de la organización. En mi opinión, por ejemplo, deberían ser los afiliados del Partido Popular andaluz los que decidan cuando se ha de elegir el candidato a presidir la Junta o, en todo caso, la Junta Directiva regional; pero que sea el Presidente del PP andaluz el que decida esa importante cuestión no me parece lógico. Hemos de erradicar estas prácticas de la política española. Los partidos políticos han de ser ejemplo de democracia, cosa que no ocurre actualmente. Al fin y al cabo los partidos son el reflejo de la sociedad, aunque haya una parte de la sociedad que no está conforme con estas actitudes. En mi opinión, se debería exigir una democracia interna real en las organizaciones políticas, y una forma de conseguirlo sería, por ejemplo, la reforma de la Ley Electoral, estableciendo circunscripciones pequeñas y listas abiertas, en las que los candidatos tuvieran que dar la cara a sus electores. En estos casos los políticos defenderían ante su partido sus posiciones, existirían debates internos y más democracia, como ocurre en otros países de nuestro entorno. Avanzar en la democracia interna también es avanzar en la vertebración de España, como pedía el Rey el pasado viernes. Es otra de las cuestiones pendientes de nuestro sistema.