Revista Diario

Sobre los siniestros RRHH

Publicado el 21 julio 2010 por Julianotal @mundopario
Sobre los siniestros RRHH
“Que no son, aunque sean…
Que no son seres humanos, sino recursos humanos
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número...”
Eduardo Galeano, “Los nadies

Realmente, cada vez me siento más anonadado. Y no es porque sea iluso, que en algunos casos lo soy, pero hay situaciones que me superan. Tengo una amiga que está haciendo la carrera de Recursos Humanos, y las materias que tienen son (como diría Pino Solanas) un escándalo. Tendrían que cambiar el nombre del título y ponerles directamente: en vez de “Asistente de RRHH”, “Cómplices en garcar a los trabajadores”. ¡Qué vergüenza!, es decir, tienen hasta materias que ni a la mente más perversa se le podría ocurrir. Por ejemplo, Grafología, o sea, los turros revisan hasta nuestra escritura para ver si tenemos mentes subversivas. En mi caso, que tengo (si me permiten la expresión) una caligrafía de mierda, me extraña cómo después de una de las tantas entrevistas que tuve en mi vida no me metieron en cana. En la materia exponen la caligrafía de algunos famosos para describir la personalidad de ellos: si son violentos, inestables, orgullosos, soberbios, etc. Creo que para complementar dichos análisis del personal, tendrían que volver a medir los cráneos de las personas… y ya que estamos volvamo a la utilización de Actos de fe con catapultas incluidas. No obstante, el castigo para el que busca laburo es aún peor: porque trabajar para todos es una necesidad y un derecho, no somos ratas de laboratorio. Clásico es para el que estuvo buscando laburo que se exponga a los vejámenes más miserables. Desde hacer los dibujitos más estúpidos (como al tipo debajo de la lluvia; el arbolito y la casa) donde de tu creatividad depende tu futuro, hasta las ponencias más denigrantes que significan sólo una pérdida de tiempo. Porque ningún RRHH dice al comienzo lo que más le interesa a uno: cuánto es el sueldo y la cantidad de horas a trabajar; por el contrario, te someten a un montón de exámenes, exposiciones, carreras de embolsados, te dan discursos de los valores de la empresa. Buscan que uno se ponga la camiseta, hacer del trabajo una religión. Vivir para la empresa. Por eso, generalmente los trabajos tienen horarios rotativos: para que uno no pueda crecer como persona estudiando y aparte, para evitar los compañerismos que pueden poner en peligro los dictámenes comerciales. Divide y reinarás.
También tienen materias como Inteligencia emocional para poder dominar las emociones de las personas, o sea, estimular para favorecer la producción. De esto tienen textos y textos sobre liderazgos. Recuerdo una vez que tenía una materia sobre Conducción y debían realizar un trabajo sobre un líder histórico. Al consultarme, obviamente pensé en nuestro conductor por excelencia: el General Perón. Incluso le dije que le podía prestar su libro de Conducción política. Cuando ella le preguntó a su benemérita profesora lo descartó de lleno. ¡Iluso!, pensé. No me imagino a un@ RRHH peronista. Perón para el empresario es mala palabra. Con el simple argumento que para ellos, la organización de los trabajadores significa peligro para sus objetivos empresariales. Porque las empresas tienen los ideales liberales del sueño americano, donde existe libertad de competencia, la supervivencia del más apto, el más capacitado, que crece como se tiene que crecer en las transnacionales: pisando cabezas. No entienden el lema “Humanizar el capital”, entonces cuando un laburante tiene un problema, una exigencia, una necesidad, el gerente, la RRHH se lavan las manos. “Están afuera de nuestro alcance o jurisdicción”, porque los que disponen son accionistas que están lejos, muy lejos, que les importa un bledo lo que pasa en nuestro país.
Esperanzado, queriendo saber si por lo menos, tienen una materia que al menos sirva de máscara pero que les permita a los que cursen evitar el lavado completo de cabeza. En fin, le pregunté si tenían alguna materia que tenga en cuenta los derechos de los trabajadores. “¿Lo qué?”

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