Revista Diario

Sobre ratones y traumas

Publicado el 29 septiembre 2018 por Anamarinosa
Mi Jorge ha ganado la guerra a los ratones: han caído dos y llevamos desde el martes sin ver más. Bueno, ha sido una labor de equipo de Mi Jorge, la oficina del alquiler, el exterminador y los de la limpieza, porque yo soy de natural cobarde para los bichos y tengo la mano floja para tomar drogas legales que me dejan frita a los diez minutos de acostarme. Yo creo que, pasados los cuarenta, según qué cosas están para usarse, y el paracetamol a mí ya no me hace nada.
Una noche vi a Mi Jorge en calzoncillos medio loco, que ponía una caja de cartón de barrera en la puerta de nuestra habitación mientras gritaba "salid, cabrones, a ver si hacéis hueco" y le daba golpes a la puerta con el recogedor que llevaba en una mano. Comprendí entonces que todo tiene un límite, y que recoger un ratón muerto que se ha quedado pegado a una trampa es muy muy asqueroso. Y deja trauma.
Precisamente por eso de quitarnos el trauma por la vía rápida decidí tirar de correos y de diplomacia, que desde que he aprendido a hacerlo me va mucho mejor y parece que sufro menos.
Señora, que sí, que aquí son ustedes muy majos pero tengo ratones y una pared de la cocina está muy sucia, que ustedes nos la dieron sucia y la grasa no se quita con nada porque está incrustada. Que se lo dije cuando nos mudamos y me dijo usted que ya mandaría a alguien a limpiar y así seguimos, que no hay derecho. Pero eso sí: le deseo que tenga usted un día excelente.
Yo, ahí, mezclando cosas para crear confusión.
No se preocupe, oiga, que mañana le mando a que le rasquen la pared y a que la pinten de nuevo, que para qué vamos a limpiar otra vez, que se tarda mucho. Y le deseo a usted que también tenga un día excelente, no faltaba más.
Ella, resistiendo en la trinchera, a lo fácil.
Vale, pero a ver qué hacemos con los ratones, que han tapado ustedes agujeros pero no ha servido de nada, porque han venido más ratones y esto por las noches es una fiesta. Qué disgusto, eso es horrible, pasado mañana le mando al jefe de los exterminadores a ver qué se le ocurre. Ahora le voy a decir lo de muchas gracias por ser tan comprensiva, que lo del día excelente ya suena un poco a cachondeo.
Las dos a lo nuestro, a ver quién se cansa antes.
Gracias, oiga, que hemos vuelto de currar después de todo el día fuera y nos han limpiado el apartamento que da gloria verlo. La pared de la cocina sigue sucia, eso sí, pero eso de que ya no tengamos que limpiar el baño esta semana se agradece. Y que sepa usted que es una manager excelente, oiga, que escribe usted unos correos fantásticos a las nueve de la mañana que le alegran el día a una.
Yo, recogiendo vela, con recochineo. 
Madre mía, señora, qué disgusto tengo, que parece que con usted no damos una a derechas. Mañana de verdad que le pintan y le matan a todo lo que le tengan que matar, que para eso es usted muy amable y no se queja a gritos. Y hasta ahora.
Por si acaso tengo cuatro trampas de esas de ultrasonidos puestas por el apartamento. Dicen que para cincuenta metros cuadrados con una vale, pero yo como que me quedo más tranquila. Igual es el trauma y me lo tengo que ir mirando, que hay cosas que se esconden y luego salen. Creo yo, no sé.

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