Lo cotidiano.
Dicen que cansa y aburre. Eso normal, eso que no tiene chispa, lo de todos los días, es tan rutinario...
Sin embargo, eso cotidiano, si falta, mata.
Mata la inexistencia de un buenos días de la persona de siempre, la caricia de esa con la que despertamos, aunque nos la regale de Pascuas a Ramos. Mata no tener con quién discutir, mata abandonar tu casa y tu sofá. Mata no tener a otro.
Por eso, en muchas ocasiones, preferimos estar un poco muertos a sentir la muerte entera.
Por eso, algunos buscan tener un sofá nuevo antes de deshacerse del usado.
Ese miedo a terminar de morir lo vencen así. Y entonces ya da igual que su culo esté acomodado en el viejo, pues están a punto de hacer la forma de su pandero a su nuevo sofá con chaiselonge.