Cómo es posible que a pesar de la angustia, el miedo, el agobio axfisiante, la desgracia, el desamparo...no pueda ser capaz de soltar una lágrima de sufrimiento; su mente, aislada, se las guardaba todas para incendiarlas en un ritual de autocompasión y culpabilidad de la persona que llego a ser; o la persona que ha llegado a ser. Mientras todo se difumina en un cúmulo de ideas sin sentido, desordenadas por algún golpe de bravura etílica, algún ritual que excedió la medida y la cordura. Todo se desordena y se nubla el camino, sin poder ver más que su propio ser a la deriva vagando por un océano de mediocridad salpicado con algunas islas de calma y felicidad y flanqueado por el tiempo, la paciencia y el fantasma de la soledad. Todo esto pensaba Peter Pan, mientras miraba en su fría mano una pastilla de Lorazepam.