Voy a caer el desgastado cliché sobre las vacaciones: “No sé si merecidas pero si necesarias” y es que hace unos días tome vacaciones para emprender un viaje exprés a las paradisíacas playas de Puerto Vallarta.
Sol
La constante de todas las playas es poder ir a tomar el sol y postrarse como lagartijas sobre lo que se tenga al alcance y perder a placer el “güero nórdico” con quemaduras de segundo grado y a pesar de que si estuve expuesto a los inclementes rayos del sol, mi genética saco la casta y ni cosquillas me hizo el solecito playero.
Arena
Lo malo de la playa, a mi punto de vista es la arena. Se te mete hasta el orificio mas cerrado de tu “puerquecito” y quitarla es una lata.
Mar
Lo mejor. Estar parado en la playa y teniendo enfrente la grandeza del mar, te hace sentir chiquito y temeroso, por lo que el respeto a esa “entidad” es inherente.
Nalgas
Son lo que se necesita para resistir 8 horas al volante, pues el trayecto es largo. Desde Salamanca a Pto. Vallarta, mas otras 8 horas de regreso. Creo que el estado de Jalisco debería de construir una autopista mas directa a tan agradable lugar.
Ya lo dijera Germán Valdés “Tin-Tan”: en el mar la vida es mas sabrosa.