Parece que por fin ha acabado junio. Un mes en el que entre otras cosas aprendí a enfrentarme "sola" a las guardias de cirugía. Y me explico, hay otros dos adjuntos conmigo a los que puedo llamar cuando dudo, pero ahora, soy la responsable de la puerta, y legalmente ya puedo dar altas.
Después de mis dos primeras guardias de acojone inicial, en las que no salí corriendo del hospital por vergüenza torera, he conseguido poco a poco poder enfrentarme cada vez a más cosas. Y, en general, no son los años de estudio (que también ayudan) sino el sentido común (el menos común de los sentidos) el que me hace tomar las buenas decisiones la mayoría de las veces.
He de decir, que este maravilloso sentido a veces se va a dormir (porque por casualidades funestas, de vez en cuando cuadra un triplete, y claro, en una de las tres seguidas puede ser la cague), y te abandona... Es en ese momento en el que sabes que si te fueras a casa a dormir mañana no tendrías que pensar mucho para ver la respuesta. Pero esto es cirugía. Y no hay tiempo para darle demasiadas vueltas a la urgencia. Y una vez que decides a veces no hay vuelta atrás. Y claro, retrasar un diagnóstico o un tratamiento, tampoco es gratis, todo tiene sus consecuencias.
Son esos cinco minutos, esos que casi siempre puedes tomarte (y si no puedes el resultado hagas lo que hagas no cambiará mucho), para sentarte, evaluar las pruebas, pensar en lo que te ha dicho el enfermo, y escribir la historia. Son esos cinco minutos en que me siento a escribir yo sola en los que suelo caer en la cuenta del problema que tengo delante. Normalmente, si no lo hago sólo doy vueltas en círculo.
Así que aquí va otro consejo para principiantes (parezco ya la típica abuela cebolleta), da igual la prisa que tenga quien os halla llamado para solucionar el problema, seguramente el paciente lleve ya unas horas, o unos días cuando os pidan que lo evaluéis. Lo mismo da. Esos minutos para pensar ahorran muchas malas decisiones, pruebas, aclaran las ideas. Aislaos del mundo y pensad, sin dejad que os influencien los de afuera. Esa es la clave: no dejar de pensar, que es por eso por lo que se nos paga un sueldo.
Y después de estas pajas mentales, voy a seguir con el mundo de las lesiones quísticas del hígado (ya se que no es la mejor hora, pero es ahora cuando el calor ha bajado y mis neuronas funcionan). Ya os hablaré de mi rotación por rayos y mi gran descubrimiento por ella (aún me queda una semana, pero estoy aprendiendo a ver cosas que antes sólo imaginaba)...