Revista Literatura

Soledad

Publicado el 11 junio 2019 por Rogger

En aquél entonces, mediodía de la adolescencia, como quien se topa con una pradera y bebedero a mitad de la estepa, te encontré. Fue en uno de esos paréntesis entre la lectura de periódicos en el quiosco, mi desayuno callejero y la llegada del autobús. Para dos seres difusos, el miedo y la premura son dos venenos con ningún antídoto. Tenía que matarnos y lo hizo. El principio del fin comenzó con aquél muchacho irrumpiendo en nuestro paradero. Ni tú ni yo le dimos importancia, parecía un nosequién aturdido y desprotegido. Le hablamos por conmiseración. Hasta le invitamos una quinua con manzana con dos panes con huevo.
Un miércoles no llegaste. Pensé que habías atrapado una gripe, como la mayoría de limeños lo hace en otoño. Nunca más llegaste al paradero. Te esperé agonizando mientras veía como otra vez terminaba dejándome el autobús. Meses después te volví a ver. Ese día conocí la soledad. Me saludaste con una helada voz que trasuntó mi piel y se alojó en mis huesos. Respondí como pude, con incoherencias. Revisé una y otra vez tu arrobamiento. Se te veía aturdida, extasiada, no sé. Más tarde, ya en mi habitación, tras el desconcierto de mi madre por saber qué mosca me había picado, lamí tu desplante hasta sangrar. Al cabo de noches y días feroces, descubrí una salobre pero leal compañía. Perdí el miedo y la necesidad de ti para convertirme en tributario del silencio. Hoy, que tanta agua corrió bajo el puente, estoy adaptado a esta mezquina luz, a esta lóbrega rutina, a esta robusta precariedad.
  
Derechos Reservados 2019 de Rogger Alzamora Quijano

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Rogger 181 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Sus últimos artículos

Revistas