
A Rocío y Cristian, para quienes el futuro es nuevo cada día
Fui estudiante en Holanda, durante los míticos tiempos en que realizaba mi tesis doctoral. Entre verbos latinos de vestir y concordancias de léxico puedo encontrar, aún en mi recuerdo, el sonsonete de los tranvías amarillos y parte de ese característico barullo que siempre hay (y habrá) en el Rokin. La tesis doctoral de Cristian Crusat me ha devuelto a aquellos días, ahora no como doctorando, sino como tribunal de su propia tesis. Es una gran tesis que nació, por cierto, del flechazo académico que ambos sentimos cuando el profesor Fernando García Romero nos presentó hace muchos años en la Complutense. Pocos temas se prestaban tanto a aplicar la noción de “Historia no académica de la literatura” como las vidas imaginarias de Marcel Schwob. Al cabo del tiempo Cristian ha podido terminar su tesis y defenderla, y yo he tenido el honor de darle el título, por gentileza de sus promotores, la profesora Ieme van derPoel y el profesor Pedro Valdivia.






