Este asunto de la solidaridad entre artistas es complicado. Cada gremio tiene sus características. Me puse a recordar el caso de Bejerano el pintor, que removió mucha solidaridad, recuerdo que hubo hasta quien hizo mención de una maniobra de la CIA y la mafia de Miami antes de que Bejerano se declarara culpable. Con el caso del escritor Ángel Santiesteban, la inmensa mayoría de sus colegas de gremio dentro de Cuba han preferido mirar hacia otra parte, solo las Damas de la UNEAC se aunaron para convertirlo en símbolo negativo de la campaña contra la violencia femenina (nadie se atrevió a defender su inocencia, pero podían haber pedido al menos un juicio imparcial, digo yo).
Robertico Carcassés dividió las opiniones dentro de los músicos, voces airadas por sus peticiones hubo poquitas, aunque alguna con un do de pecho; la mayoría de los que lo regañó lo hizo por no saber encontrar esa curvatura del espaciotiempo donde deben plantearse las cosas en la actualización del modelo. Pero más allá del deja vu de esos ¿veinte? años conocidos como Quinquenio gris, las cosas con Robertico pronto volvieron a la normalidad; es que planteó cuestiones tan que se caen de la mata, que salvo lo de la muchacha esa, María, que nadie sabe quién es y que los mal pensados relacionan con otra cosa, a casi todo del mundo le parece bien lo que pidió, incluso a los que ni tienen carta para comprar carro.
Me ha sorprendido la reacción alrededor de Miguel Ginarte, acusado de corrupción, enriquecimiento ilícito o cualquier otro delito de los puestos de moda por la Contraloría General de la República. El gremio de los actores, a través de las redes sociales se ha puesto en movimiento; Ginarte es tan querido, que se le considera a priori objeto de una manipulación tenebrosa, cuando los que vivimos en Cuba sabemos lo delgada que suele ser la línea legalidad-ilegalidad, tanto, que a veces sólo con un comentario fuera de lugar se traspone, y un comentario desacertado de Ginarte, (muy amigo de sus vecinos como era vox populi -y miren bien las colindancias de la finquita-), le pudo costar el mal rato que ahora vive.
Claro que he pensado en más cosas mientras escribo, pero dejo a ustedes el relleno del formulario y las conclusiones.